El tiempo en: Valencia

Jerez

Mucho más que un hogar para jóvenes extutelados

El hogar La Salle de Jerez celebra el próximo sábado su décimo aniversario tras una corta pero sólida trayectoria como referente social de la ciudad

Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
  • Un curso de formación sobre banquetes y eventos en el Hogar la Salle -
  • El Hogar de Emancipación acoge a una decena de jóvenes inmigrantes extutelados a los que ayudan en su inserción laboral
  • Su objetivo es lograr más ayudas y más voluntarios para prestar más servicios
  • Los huertos solidarios se han convertido en una nueva fuente de ingresos

A sus 18 años, con un poco más de dos metros de altura y hecho de pura fibra, Ailoune debe imponer a los rivales cuando ocupa su posición próximo a la canasta luciendo la camiseta del Baloncesto Jerez. Hasta hace poco más de un año no sabía lo que era sentir el tacto de una pelota de basket en sus manos, ni siquiera lo que era tirar al aro. Era uno más entre los muchos menores recién llegados a España en patera y alojados en un centro de acogida tras ser rescatados en aguas del Estrecho por Salvamento Marítimo. Él fue destinado al de Jerez, donde permaneció poco tiempo, el que transcurrió hasta que cumplió la mayoría de edad y se vio obligado a ceder su plaza. Sin idea de castellano -pensaba que en España hablábamos francés- y sin opciones de empleo en su situación, encontró acomodo en el Hogar La Salle, donde convive actualmente junto a otros nueve compañeros, en su mayoría subsaharianos, mientras progresa con el idioma, en su formación y, por supuesto, en el baloncesto.      

Su historia es una más entre las muchas que acumula ya en su aún corta trayectoria el Hogar La Salle, que este próximo sábado conmemora su décimo aniversario con un acto institucional al que seguirán otros dos a lo largo del año: la ya tradicional Noche de las Estrellas, entrado el verano, y una cena solidaria, con la que seguir contribuyendo a la labor social que realizan a diario, ya que, como apuntan desde sus oficinas, “necesitamos más ayudas y más voluntarios para poder prestar más servicios”.

De hecho, la atención a los jóvenes inmigrantes extutelados a través de su Hogar de Emancipación es solo uno de los tres pilares sobre los que se asienta actualmente su actividad, y a los que hay que sumar el Centro de Día, desde el que se ofertan, entre otros, talleres y cursos formativos para personas procedentes de familias en riesgo de exclusión social, y el programa AMAL, que consiste en el desarrollo de talleres de inserción social para internos de la cárcel de Puerto 3.

Como relata Salvador Garrido, todo empezó a comienzos del año 2008, “cuando un grupo de personas, antiguos alumnos de La Salle, preferentemente del Colegio Buen Pastor, decidieron crear una asociación con el nombre de Hogar La Salle. Míchel Bustillo fue quien lideró la iniciativa y junto con el apoyo de varios hermanos de La Salle, entre los que se encontraban los hermanos Juan Bautista de las Heras, actual coordinador del Hogar, y Alberto Gómez, lograron la firma de un convenio para instalarse en las dependencias del antiguo Colegio de las Hermanas Oblatas”.

Recuerda Garrido que en sus inicios comenzaron acogiendo y alojando a jóvenes que procedían, en su mayoría, de Marruecos, “y es ahí cuando ya se pone en marcha el proyecto del Hogar de Emancipación, al que se irían incorporando poco a poco otros programas y actividades”. Así, hasta que en el año 2011, y debido a su envergadura, los hermanos de La Salle se hacen cargo directamente del proyecto y logran sellar convenios con la Junta de Andalucía y con el centro de acogida de Melilla para recibir a inmigrantes extutelados y ayudarlos en su formación personal y, asimismo, en su futura inserción laboral. “El objetivo siempre ha sido que el Hogar La Salle se convirtiera en un centro de referencia para poder hacer muchas actividades”, resalta Garrido.

Ailoune procede de Senegal. Ahora aprende español y está muy ilusionado con el baloncesto, aunque a lo que le gustaría dedicarse de verdad es a la pesca, como su padre, junto al que aprendió el oficio desde pequeño. Cuando decidió emprender el viaje a España contó con el respaldo de su familia, con la que ahora sigue conectado a diario a través de las redes sociales, en especial con su hermano pequeño, que espera seguir sus pasos. Él lo logró relativamente pronto: en cuatro meses: “He conocido a gente que ha tardado dos años en llegar a España, pero yo lo logré en cuatro meses. Primero a través de Mauritania y después a través de Marruecos, para llegar a la costa y subir en patera”.

Hasta hace unos años, la mayoría de jóvenes acogidos procedían de Marruecos. En este momento, él hace vida junto a otros chicos más o menos de su edad procedentes de Ghana, Guinea, Malí o Congo. “Nuestro objetivo es formarlos de cara a su inserción laboral”, explica Miriam Muñoz, que lleva más de tres años como educadora social en el centro. “Suelen estar dos años con nosotros. Lo primero que hacemos cuando llegan es ayudarles en su alfabetización y escolarización, algunos incluso están en ciclos medios matriculados, pero sobre todo nos coordinamos con los programas Andalucía Orienta y Andalucía Labora de la Junta para su formación profesional e inserción laboral”.

Según cuenta Miriam, “podría parecer que todos responden a un mismo perfil, pero en el fondo no es así, de ahí que hagamos con cada uno de ellos un trabajo individualizado y personalizado, ya que cada uno llega con sus necesidades. Son muy agradecidos. Les cuesta coger la rutina, pero como le ocurre a cualquier joven de sus edades”.

Además de sus estudios, en el centro cuentan con refuerzo educativo y también disponen de su tiempo de ocio, que la mayoría emplea en practicar algún deporte. “Nosotros nos dedicamos a cubrir sus necesidades básicas; alojamiento, comida y ropa, pero también procuramos organizarles actividades, como llevarlos de excursión, al cine o participando en encuentros con los scouts”.

Azahara Gálvez es trabajadora social, y se encarga de poner en regla la documentación de los jóvenes del Hogar de Emancipación, además de ser tutora de cuatro de ellos. “Algunos traen toda la documentación en regla, pero otros no traen nada, y hay que regularizar su situación para solicitarles la tarjeta de residencia, así como tramitarles el permiso de trabajo una vez que concluye su estancia aquí”, explica.

Pero el Hogar La Salle abarca más allá del Hogar de Emancipación. En su Centro de Día cuentan con un aula de convivencia, donde atienden a niños que han sido expulsados de sus centros educativos para que sigan con sus estudios hasta superar el tiempo de castigo; con un aula abierta, para atender a niños de primaria con necesidades educativas especiales; y con talleres de formación destinados a personas de familias en riesgo de exclusión social, derivadas desde Cáritas, el Ayuntamiento o Ceain, entre otros.

Asimismo, cuenta con la Casa Nicodemo y la Casa Betania, destinadas a las convivencias de grupos religiosos que abonan un donativo por la utilización de las instalaciones, y con los huertos solidarios, de los que perciben una renta por parte de las personas que se encargan de explotar sus pequeñas parcelas.

Son dos de sus principales fuentes de ingreso para sostener una imprescindible labor social que ahora cumple diez años, apenas un suspiro en la edad del tiempo, pero suficientes como para comprobar el éxito de su cosecha de esperanzas.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN