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Miércoles 20/11/2024
 

Curioso Empedernido

Golpe de efecto

Inventar una nueva realidad puede ilusionarnos o desequilibrarnos

Nuestro día a día está lleno de rutinas y mecanismos y momentos sorprendentes, verdaderos golpes de efecto que dan significado a cualquier escenario y a los protagonistas que en él se desenvuelven. Lo peor que nos puede ocurrir es que nos aburramos o no seamos capaces de divertir a quienes nos escuchan.

Inventar una nueva realidad puede ilusionarnos o desequilibrarnos. No ser capaces de actuar con criterio o capacidad crítica, nos lleva de nuevo a repetir los mismos errores que estamos intentando corregir. Anunciar que no nos preocupemos sobre la subida de impuestos, es la seguridad de que nos tendremos que rascar los bolsillos.

Hay cosas que no se pueden quedar como el poder quiere que sean, y vacunémonos cuando un adversario nos defiende fervientemente, puede ser la señal de que nos valora y aprecia o la intención de que quiere quemarnos y desprestigiarnos, dándonos el abrazo del oso.

Vivimos en una sociedad que tiene muchas heridas, que le sobra escepticismo y le falta ilusión, que intenta desdoblarse en diferentes almas sin encontrar casi nunca la verdadera, que le gustaría lo auténtico aunque sea incapaz de buscarlo y mucho menos de encontrarlo.

Cada minuto damos un golpe de efecto, ya que tenemos el mundo ante nosotros como una caja de sorpresas  y el mando a distancia en nuestras manos para ver que necesitamos saber, entre los fragmentos de la realidad y ésta en su totalidad.

Hay bondades que no nos dejan ver los riesgos, sombras que nos impiden mirar el bosque, y efectos especiales que confundimos con la autenticidad de la realidad. Ante un fracaso, simulamos que no pasa nada, para autoengañarnos y al final ocurre y entonces no tiene remedio.

La realidad nos confunde y nos lleva por  el camino equivocado, entre tipos bajos con pocas ideas, y personas altas con grandes propuestas, entre mirarse en el espejo y manos en el ombligo, entre superar el asco y ser capaces de emplear la misma vara de medir con todo el mundo en todas las ocasiones.

A veces nos acostumbramos a dormir con el enemigo y terminamos haciendo la guerra al amigo, jugamos a la ruleta rusa y no valoramos que podemos pegarnos un tiro, presumimos de democracia y nos comportamos como unos dictadores, Es la gran contradicción del ser humano.

Rebuscamos en nuestro fondo de armario, para ver, no solo con que vestuario contamos, sino cuantas conciencias tenemos, capaces de aguantarlo todo y apoyar la tesis del “cuánto peor, mejor”, entre la ignorancia y la humillación.

Envueltos en la sociedad del “estoy contigo en todo momento “ cuando en realidad están con nuestra imagen, con lo que los demás creen que somos y aparentamos, con identidades que son falsas y palabras que no nos dicen nada.

Si no, somos capaces de plantarnos y seguimos, como si nada pasara, soportando las alarmas  de la injusticia y la pobreza, más temprano que tarde nos encontraremos todos en una situación comprometida, en la que nadie ve lo que existe sino solo lo que le conviene contemplar.

Entre rastros y restos, lo que empieza bien puede acabar mal y viceversa, las dificultades  es posible que se transformen en facilidades, como si fuera el resultado de la magia, y seguimos confundiendo lo decisivo con lo anecdótico, y lo importante con lo urgente.
                     
      

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