Las prisas nos impiden la reflexión y una segunda mirada. Los problemas y preocupaciones nos agobian y nos bloquean. Un exceso de confianza nos puede llevar a cometer graves errores. Creer, que porque tenemos abundante información, estamos en posesión de la verdad y no debemos tener en cuenta las opiniones contrarias, es un ejercicio de petulancia y soberbia.
A veces no nos damos cuenta que lo que los expertos y politólogos llaman la infoxicación o superabundancia de información, lejos de clarificarnos a la hora de la toma de decisiones, nos satura y hace que nuestras actuaciones no solo sean inadecuadas sino que seamos incapaces de comunicarlas.
La historia y la actualidad está repleta de ejemplos de políticos que llevados por los impulsos, las prisas y con todo a su favor no supieron resolver los problemas que se les presentaban, y lejos de mejorar la vida de los demás, se la complicaron de manera injusta.
Con frecuencia; y más ahora que estamos en periodo electoral; vemos a nuestros responsables públicos, saludar, abrazar o besar a la gente sin mirarlas a los ojos, como si fueran objetos., y en su tontuna creen que los demás no perciben esa falta de empatía, ese desafecto que transmite falsedad y manipulación.
Si descubrieran que mirar a la gente de frente y sin miedo, no solo es una experiencia maravillosa sino un riesgo que merece la pena, para poder descubrir toda la humanidad y la grandeza de los otros y ser conscientes de nuestra pequeñez e insignificancia.
Cuando miramos por segunda vez descubrimos aquello que nos había pasado desapercibido, nos emocionamos con personas, hechos o cosas a los que no habíamos dado valor, y relativizamos e incluso despreciamos lo que hasta entonces nos parecía inconmensurable.
Hay quienes se consideran dignos de admiración por el mero hecho que son objetos y sujetos mediáticos, pero cuando escarbamos, vemos que detrás de las apariencias no hay nada de nada, y sale a la superficie la persona anodina y vacía que pretende esconder el personaje triunfador que se nos intenta presentar.
Mirándonos en el espejo, a veces nos vemos jóvenes y dinámicos, y otras llenos de arugas y torpes, pero cierto es que aunque el tiempo sea cruel e inexorable, el reloj biológico que nos acompaña y nuestra actitud pueden parecer que en ocasiones hacen milagros, pero no nos hagamos ilusiones.
Cuidando nuestra sonrisa como si se tratara de un tesoro y ejercitando la risa, créanme queridos lectores, nos ayudamos a mirar de otra manera el mundo en el que nos ha tocado vivir, y nos recuerda el emotivo discurso de Jesús Vidal, mejor actor revelación de los GOYA 2019 en la película ganadora “CAMPEONES”.
Tres palabras que encierran otra visión del mundo, otra mirada a la que tenemos que acostumbrarnos, inclusión, diversidad y visibilidad. En los tiempos que corren si no somos capaces de considerarnos como uno más, qué difícil es que veamos a los otros con esos ojos, para que formen parte de pleno derecho de la sociedad.
En ese volver a mirar nos damos cuenta que formamos parte de la diversidad y que no deberíamos hacer ningún esfuerzo por admitirlo, es nuestra normalidad, y no hemos de adulterarla, maquillarla o pintarla a nuestro gusto y parecer, es bonita como es y hemos de hacerla visibles entre todos y todas.