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Curioso Empedernido

Paremos el mundo

Hay momentos que nos gustaría tener un telemando y parar todo esto para bajarnos, pero sabemos que eso no es ni un ensueño ni un sueño

La Tierra, este espacio en el que vivimos gira y gira permanentemente sin parar. Hay momentos que nos gustaría tener un telemando y parar todo esto para bajarnos, pero sabemos que eso no es ni un ensueño ni un sueño, simplemente no es posible, y si queremos parar totalmente hemos de desparecer nosotros, porque el mundo, bajo sus distintas formas y maneras seguirá.

No obstante hay gestos cotidianos, actuaciones diarias en las que nosotros creemos pararlo todo y colocarlo a nuestros pies y antojo, mientras que todo continúa. Hoy cuando salía de casa me coloque mis gafas de curioso empedernido y pude comprobar nuestra osadía ante lo que ocurre, bien porque nosotros lo provoquemos o tal vez porque otros lo procuren.

Vean si no queridos amigos, cuando un grupo de amigos o una pareja quiere hacerse una foto, en los tiempos que vivimos más en modo selfie, que les ha costado más de un disgusto a más de uno y de dos. Todos los que tranquilamente estemos paseando o vayamos en esa dirección, tendremos que pararnos y quedarnos cual estatuas para que ellos encuadren y enfoquen el tiempo que sea necesario para salir guapos y resplandecientes.

Casos y cosas nos vamos a encontrar en cualquier paseo por nuestras ciudades y pueblos. Sin ir más lejos están aquellos que creen que son los únicos que tienen coche y conducen, que solo ellos pueden circular y por tanto aparcar, y cuando esto decide, el mundo ha de pararse.

Algunas veces, nos damos cuenta que nos faltan provisiones e inevitablemente hemos de salir a comprar , y si llegamos a cualquier supermercado o gran superficie, nos topamos con ese sujeto o sujeta que coloca el carro en medio del pasillo y por allí no es capaz de pasar ni Dios . Así son las cosas aunque así no nos parezcan.

También están los que son capaces de parar el mundo con su señorío y su sabiduría, con sus elecciones en cada estación del camino de sus vidas, los que como diría don Antonio Machado, son conscientes de su relatividad y de que todo pasa y todo queda, que son capaces de detener la realidad con su dignidad, con la grandeza de su testimonio, colocándole al peor de los tiempos la mejor de sus sonrisas.

Nos gustaría que todo se paralizara para que pudiéramos contemplar y disfrutar con calma todos aquellos que merecen la pena, para escuchar, debatir y argumentar, para que nadie, por mucho poder que tenga, ejerza el poder de vetar o predicar boicots.

Merecería la pena que pararemos el mundo para que pudiéramos administrar la vacuna contra el pesimismo, que nos procurara acuerdos y alianzas, que nos enseñara a acercar posturas y zanjar diferencias, para que aprendamos que, por mucho deseo que experimentemos de tener, no nos falta nada ni sobra nadie.

De vez en cuando, no deberíamos olvidarnos por muy rápidos que queramos ir, que cada cual puede tener su punto de vista sin necesidad de agredir al otro, que es necesario que nos abramos a los demás y salgamos de nuestras burbujas. 

Paremos el mundo, si lo vemos conveniente, para explorar y no implorar, para vivir nuestros días y no dejarlos pasar, para que podamos cantar y contar las historias que nos apetezcan, para que todos sepamos donde encontrar un amigo , para que  no nos quedemos obsoletos por dejar de ser estudiantes, para que el silencio nos deje oír nuestras voces interiores.
      

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