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Curioso Empedernido

Barbaridades y sensateces

Cuanto más intentamos controlarlo todo, menos resultados conseguimos, mejor es ir de cara, que volverles la espalda a los problemas

El catálogo de nuestras vidas está lleno de barbaridades y sensateces, de reacciones primarias y discursos elaborados, de acciones y selecciones, de naturalidades e idealidades, de preparaciones  e improvisaciones, de consensos y disidencias, de halagos y rechazos.

Cuanto más intentamos controlarlo todo, menos resultados conseguimos, mejor es ir de cara, que volverles la espalda a los problemas, o colocarnos  de perfil como si nada ocurriese. Tampoco somos capaces entre banderas de impulso e imposiciones miedo de conseguir nuestros objetivos.

No debemos fijarnos tanto en el aspecto externo de una persona e intentar profundizar más en su interior,  para descubrir nuevas opciones y posibilidades , no quedarnos en la bajeza de miras e irresponsabilidades y pensar que podemos aprender de nuestras experiencias, sacándole partido a aquello que es bueno para nuestros intereses.

Cuando todo empieza y acaba al mismo tiempo y no sabemos cómo será el día que vendrá, ni tan siquiera si seremos capaces de controlar nuestro presente. Y en nuestra cerrazón y torpeza más cerca de las barbaridades y lejos de las sensateces, nos instalamos en un yo permanente que se encierra en nosotros mismos.

A salto de mata, sin dar ningún sentido a nuestras palabras ni analizar los hechos de los demás, y en lugar de crear con nuestro lenguaje nos vamos autocensurando, entre el desprecio a lo que no se sabe y la temeridad de ignorar lo que creemos saber.

La precisión en nuestras ideas es saludable y positiva, evita conflictos y malentendidos. Paso a paso, podemos lograr lo que deseamos con firmeza y constancia, pero con la apertura de estar dispuestos a modificar lo necesario.

Hay gente que necesitamos, y debemos valorar  lo que nos aportan, procurando no entrar en provocaciones ni en el remolino de emociones que nos hace perder el control. Nos instalamos entre la fantasía, la ilusión, la creatividad, la imaginación y la inventiva a caballo entre los disparates y las sensateces.

Montados en las razones, los discernimientos, las inteligencias, los entendimientos, las reflexiones, los juicios y las capacidades nos vacunamos contra las barbaridades. Desde la prudencia, la cordura, la sensatez, los juicios, argumentos y conocimientos nos centramos para ser más empáticos, sensibles, afectivos, tiernos y delicados.

Si nos mostramos apasionados con lo que hacemos, entusiastas con aquello que deseamos, vehementes con nuestros propósitos y emocionados con lo que nos rodea es la evidencia que no solo estamos vivos, sino que estamos viviendo y aportando nuestro capital humano a la sociedad a la que pertenecemos.

La actualidad que vivimos, en la que somos sujetos activos y pasivos, nos empuja en demasiadas ocasiones a las barbaridades  en lugar de actuar desde las sensateces, pero nos movemos en una continua distimia en búsqueda del equilibrio, que normalmente no encontramos.

Cada una de nuestras experiencias nos deja una huella, y las heridas cicatrizan, mientras las situaciones agradables son una delicia evocarlas. De duda en duda, vamos adquiriendo conocimientos y haciéndolos nuestros, aprendiéndolos.

También los años nos otorgan paciencia y perspectiva, y nos vacunamos de la barbaridad de creernos únicos y poderosos, para tomar conciencia de nuestra pequeñez y relatividad.

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