María Dolores debía coger ayer el tren de Murcia a Barcelona, donde este sábado tenía la última prueba de su oposición a uno de los cuerpos generales de Justicia. Hace cuatro días anunciaron su aplazamiento ante la crisis del coronavirus y todo quedó en suspenso: "Mi vida está pendiente de un examen".
Para evitar la expansión del COVID-19, esta semana el Ministerio de Política Territorial y Función Pública acordó posponer, "por el tiempo imprescindible", las pruebas selectivas convocadas, "especialmente aquellas de concurrencia masiva", y numerosas oposiciones han quedado en el aire.
María Dolores, de 49 años y actualmente desempleada, admite que el martes, cuando se aplazó su examen, rompió a llorar.
En la anterior convocatoria, la de 2018, no aprobó y ahora le quedaba la última prueba. "Iba muy bien preparada y había pospuesto todo para después del examen", explica a Efe mientras, dice, intenta "cambiar de chip".
Andrea, de Asturias, está más calmada; tiene 29 años y se prepara para ser inspectora de Hacienda desde 2016. El año pasado se quedó a las puertas y el 3 de abril tenía previsto ir a Madrid para el segundo examen.
"A la presión con la que vivimos los opositores, se une ahora la incertidumbre, el no saber cuándo será el examen, si nos convocarán con suficiente antelación. Pero hay que entender que es una crisis sanitaria global y que hay que contener esto como sea", apunta.
Para Carmen, profesora interina de 33 años en Madrid que se prepara para una plaza de secundaria en Geografía e Historia, la vida se ha complicado con el coronavirus, el teletrabajo y dos niños en casa.
Las oposiciones -las terceras a las que iba a presentarse- se esperaban para el 20 de junio, pero la convocatoria no se publica y cunde, de nuevo, la incertidumbre.
"Un día normal me levantaba pronto, sobre las 5, y estudiaba. Despertaba a los niños, me iba a trabajar y por la tarde estaba con ellos. Pero ahora estoy todo el día con ellos en casa mientras teletrabajo", resume resignada, sabiendo que otros compañeros sin hijos pueden sacar ahora más tiempo para prepararse.
"Salían muchas plazas y estoy echando el resto, pero los últimos meses son muy importantes y si esto se prolonga... Cada día que pasa y no estudio estoy perdiendo opciones. Me estoy mentalizando de que no va a ser mi año, se me ha torcido un poco la cosa", añade.
Helenka es opositora a juez. Con su billete y hotel en Madrid reservados para hacer su penúltimo examen, previsto para el 3 de abril, esta asturiana de 27 años ha visto cómo se aplazaba hasta el 30.
Al contrario de lo que se podría pensar, ese tiempo extra no es necesariamente positivo en una oposición con "tantísimos temas" y donde la previsión es esencial, explica a Efe Helenka, que lamenta tener una semana menos para preparar su siguiente prueba.
Después le queda otro examen oral y lo que le da "miedo" es que se acabe suspendiendo. Se calcula que la última prueba sería el 17 de julio, pero, en caso de que se vuelva a retrasar, la duda es si les examinarán en agosto o se irán al curso siguiente, indica la joven, con una risa nerviosa que no cesa.
Nerviosismo que comparte Leyra, de 33 años, que esperaba convertirse el 28 marzo en abogada y que también tenía todo listo para desplazarse desde La Palma hasta Santa Cruz de Tenerife para hacer el examen de acceso a la Abogacía, pospuesto sine die.
"Ahora la cuestión es organizarse", comenta resignada, temiendo que la prueba le coincida con meses en los que los papeles se acumulan en la mesa de la asesoría donde trabaja y "esté con la mente en otra cosa".
"Cuando tienes ya la fecha, te planificas de manera distinta, pero con esta incertidumbre, tienes los nervios de cuándo será y cómo estaré", explica Leyra.