Todos tenemos hojas feas, las tiene una planta, las tiene un libro, las tiene una vida. La democracia también las tiene: los ricos haciendo caceroladas reclamando libertad en plena desescalada. Parece que la pandemia ha interferido en sus estilos de vida. El gobierno ha dictaminado medidas de confinamiento para todos, incluidos ellos, sus clubes privados, campos de golf y yates. ¡Qué falta de miramiento, incluirlos en el mismo saco que el resto de españoles!
El partido que les apoya pide que se dejen de dar aplausos y que la población en general los sustituya por caceroladas en contra del gobierno. Las consignas vía Twitter y Facebook corren como la espuma. Se trata de no dejar a los ricos solos, de sumarle masa.
Los sanitarios piden, por favor, que continúen con los aplausos. Esta semana ha muerto un político ejemplar: Julio Anguita. El que renunció a su subsidio de parlamentario y se quedó con el de maestro. Uno que pensaba que ejercer la política era prestar un servicio al país. Nadie pudo vincularlo nunca a corrupción alguna. Cuando la mayoría de la población se acostumbra a que cargo político y llenado de bolsillos son cosas intrínsecas. Sobre todo, porque a los honrados se les crea bulos que, aunque después se desmientan, ahí permanecen mucho tiempo después.
Llega el verano, esperamos que el virus remita y nos encontramos con que hay gente interesada en convertir la desescalada en una campaña electoral. Ha muerto y enfermado mucha gente, sigue haciéndolo. Los ancianos y personas vulnerables siguen la mayoría metidos en casa por miedo a contagiarse.
Los que culparon a las manifestaciones del día de la mujer de fuentes de contagio masivo, animan ahora a juntarse en el desconfinamiento, saltándose todas las medidas de seguridad.
Siempre hay formas de enfrentar las cosas. Pensar en el propio beneficio o en el general. Los norteamericanos dicen estar prontos a conseguir el remedio, pero que será primero para ellos. Los chinos también piensan también que lo conseguirán en breve pero eso sí, lo compartirán con todos. Los gestos construirán el futuro.