Los gobiernos de izquierdas han durado poco tiempo en España. Así lo dice la Historia. Siempre ha habido un teniente coronel con tricornio y bigotazo o un caballo desbocado de Pavía para vigilar o aplacar al personal, aunque la gente sea muy obediente hasta en la cama, como cantaba Jarcha. El año empezó mal para el Ejecutivo de coalición, pero hay señales que apuntan hacia la distensión. Los problemas se ubican en Igualdad y, sobre todo, en alquileres, pensiones y otras cuestiones económicas. Pero se instala la idea de reconducir entre los socios de gobierno las diferencias, que han sonado con estrépito y decibelios en estas semanas. Consiste en dejar de hablar de progresismo y, efectivamente, traer el progreso.
El Ejecutivo de coalición ha estado sometido a un fuego cruzado desde que sus ministros tomaron posesión hace poco más de un año. No han podido aplicar su programa, sino luchar contra una pandemia criminal y ante la que ningún país ha ofrecido medidas resolutorias. El ataque al Gobierno fue feroz por parte del PP y de la mayoría de fuerzas políticas en Las Cortes durante el confinamiento, y han existido sutiles intentos de desestabilización, silenciosos y peligrosos, por parte de un sector de la sociedad civil y económica. Existía la convicción de que el Ejecutivo no duraría más de un año. Pero el Gobierno ha aguantado, los presupuestos se aprobaron, tiene libre la vía política del futuro y, como decía don Camilón, “en España el que resiste, vence”. De modo que hasta el PP se abre ahora a acuerdos con Pedro Sánchez, con una llamativa y extraña frase de Pablo Casado: “Señoría, estoy dispuesto a mancharme”. Y la rebaja de la crispación política es vital para una sociedad exhausta, pero también conviene a socialistas y populares. Sánchez necesita ofrecer una imagen de moderación a la Europa ‘vonderleyen’ que analiza cada movimiento de este Gobierno, y Casado precisa aparecer como líder de la oposición después del sorpasso de Vox en las elecciones catalanas y de las embestidas de Luis Bárcenas por los siniestros sobres que circulaban por Génova 13. Quizás Sánchez y Pablo Iglesias se entiendan en la intimidad política mejor de lo que parece. Unidas Podemos, claro, necesita mantener su espacio electoral -lo ha conseguido en Cataluña-, por lo que continuará con las críticas al PSOE. Pero en el cauce de una voladura controlada. Hasta que finalmente la convivencia resulte imposible. ¿Cuándo? Hay tiempo por delante. Lo decía Newton: “No hay que fabricar hipótesis”.
