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El renacer de la fé rusa

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El rector del seminario de Kazajstán es un sacerdote español. Su nombre es padre José Luis Mumbiela y es testigo directo del renacer de la fe cristiana en las heladas estepas de la antigua Unión Soviética. Reside en Karaganda, una ciudad industrial de 600.000 habitantes, que sobreviven extrayendo carbón desde los años en que fueron deportados allí por aquel criminal dictador llamado Josef y que fue apodado en el partido con el sobrenombre de Stalin. A la pregunta que muchos le hacen de cómo pudo mantener la fe un pueblo machacado por el espanto marxista y obligado a vivirla en la más absoluta clandestinidad, responde: “Durante los años del comunismo, muy pocos serían los rusos que supieran del mensaje de Fátima y del alcance de su eficacia. Pero el amor de la Madre de Dios, como se le suele llamar en estas tierras a la Virgen María, estaba bien anclado en su fe y en su piedad. La oración del rosario era la forma más común de oración comunitaria, debido a la ausencia de sacerdotes que habían sido asesinados o deportados, oración que en algunos lugares rezaban siempre de rodillas y con los brazos en alto. Con el tiempo, la gente ha llegado a saber que, desde los acontecimientos de Fátima, millones de hermanos y hermanas de la Iglesia han rezado por ellos. En estos años de trabajo en Kazajstán, he visto en más de una ocasión las lágrimas en los ojos de quienes escuchaban estas cosas. Se sabían queridos y unidos, por el amor de la Virgen, a millones de fieles que, como ellos, participaban del mismo deseo de vivir como creyentes. ¡Se sabían acompañados! Creo que la relación entre la Virgen y los católicos de Kazajstán es una bella historia de amor recíproco que, con el tiempo, ha de escribir páginas aún más numerosas y aleccionadoras, sobre todo con la nueva apertura a culturas y pueblos que hasta la fecha no son en su mayoría cristianas”.

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