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La escritura perpetua

Onán

Excelente obra teatral sobre el amor perdido, el desamor, ese desgaste mezcla de rutina y aburrimiento que surge al cumplir los 20 años de matrimonio

Publicado: 01/09/2021 ·
12:07
· Actualizado: 01/09/2021 · 12:07
  • Protagonistas de la obra teatral.
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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‘Onán’ es una excelente obra teatral sobre el amor perdido, el desamor, ese desgaste mezcla de rutina y aburrimiento que surge al cumplir los 20 años del “deporte del matrimonio”, cuando el cansancio agrieta la relación cubriéndola de tonos grises. Laura y Jaime tienen que enfrentarse al conflicto de su hijo adolescente tras una llamada de Ricardo, el tutor, que les informa de que el chico se salta las clases para encerrarse en el baño del instituto a masturbarse. Esta situación ubica a Jaime y Laura frente a frente. Ellos ya casi no hacen el amor. Él vive encerrado obsesivamente en su afición por el ajedrez. Ella está en otra cosa (peligrosa para la relación). Laura vive enfadada, rutinariamente, despreocupada de sí misma y de su aspecto físico, como si no existieran los espejos. 

‘Onán’, que ha inaugurado la temporada teatral en el Infanta Isabel de Madrid, es palabra y actor -la esencia del teatro-. Aunque el teatro consista en otras muchas cosas. Pero fundamentalmente es eso: palabra y actor. Iñaki Miramón (Jaime) es un veterano actor colosal y aquí se luce en los diálogos cómicos, rápidos y ocurrentes de la obra y, sobre todo, en la escena de la contenida pero angustiosa desesperación cuando constata que su matrimonio naufraga irremediablemente. Porque Jaime quiere a Laura (una acertadísima Llum Barrera) desde esa remota tarde en la que vieron aquella deliciosa película juntos. Pero Laura aspira a más. A vivir. Al sexo. Y lo ha hallado desde hace un año -a escondidas- con Ricardo, el tutor (Fernando Soto). Con él se siente viva. Con él usa ropa sexi. Lo había advertido a su marido: “No basta con quererme, Jaime, hay que follar, hay que follar todos los días”.

Nacho Faerna, el autor, ha construido una comedia llena de dramatismo, sólida, ágil en los diálogos, que sorprende varias veces al espectador en la dirección que toma. ‘Onán’ es un texto bien escrito, con una bien trabajada carpintería teatral, y con el necesario toque de poesía característico de la dramaturgia actual. Fernando Soto, también director, aprovecha todo ello para la brillante puesta en escena. Hay un tono melancólico en el final de ‘Onán’, que viene a decir que el entorno del amor está lleno de imperfecciones. De espinas. Y se perciben algunos matices en las aficiones y la personalidad de los personajes que recuerdan a la remota película ‘Ópera Prima’, de Fernando Trueba. Pero Jaime seguirá amando a Laura pese a estar ya separados. Amándola a su manera.

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