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El jardín de Bomarzo

Buscando en el baúl

El 28 de octubre de 1982, hará de eso en pocos días 40 años, el PSOE de Felipe González lograba su triunfo más histórico al hacerse con 202 de los 350 escaños

Publicado: 14/10/2022 ·
12:47
· Actualizado: 14/10/2022 · 12:47
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Bomarzo

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El jardín de Bomarzo

Todos están invitados a visitar el jardín de Bomarzo. Ningún lugar mejor para saber lo que se cuece en la política andaluza

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"Permítanme darles mi visión. El derecho de un hombre a trabajar como quiera para gastar lo que gana, a tener propiedades, a tener el Estado como sirviente y no como amo; estas son las herencias británicas. Son la esencia de una economía libre. Y de esa libertad dependen todas las demás". Margaret Thatcher.

El 28 de octubre de 1982, hará de eso en pocos días 40 años, el PSOE de Felipe González lograba su triunfo más histórico al hacerse con 202 de los 350 escaños que componían el Congreso al conseguir más de diez millones de votos, el 46 por ciento del censo en una jornada en la que votaron el 80 por ciento de los convocados y lo hicieron movidos por una campaña cosida al momento bajo el lema Por el cambio. Significó el entierro definitivo de la UCD de Adolfo Suárez, que había dimitido dos años antes, y de esta voladura electoral cobró vida el embrión de una Alianza Popular liderada por Manuel Fraga que, con el tiempo, tomaría forma y vuelo en la gaviota del actual Partido Popular.

Para conmemorar la efemérides el presidente Pedro Sánchez organizará una treintena de actos que arrancan este próximo sábado 29 de octubre con un mitin en Sevilla en el que intervendrá Felipe González y que servirá de telón de arranque para otros a celebrar por el resto del país con municipales y generales a celebrar durante este próximo 2023. Ya veremos si separadas o juntas, teniendo en cuenta que al presidente Sánchez le aseguran que gana tres puntos en intención si las junta y a él, es sabido, le conmueve sobre todo lo que sucede en torno a su esbelta figura. En todo caso, recuperar el pasado glorioso de aquel PSOE y de aquel resultado que le mantuvo en el poder durante 14 años en la figura del mítico González le sirve a Sánchez, o al menos eso busca, de trampolín para acercarse a un pasado glorioso y a un electorado del que se ha alejado para intentar explicarle su acción de gobierno y, desde ahí, reclamar su voto. Es lícito, pero desde luego si el PSOE quiere volver a conectar, proponerse como un partido cercano, moderno y actual, capaz de resolver los problemas de esta sociedad nueva y tecnológica, resulta llamativo que lo haga a lomos de históricos que fueron importantes pero que hoy no son más que reseñas de nuestra historia reciente y que a las nuevas generaciones las deja algo así como que indiferentes. Y el votante no vota por el recuerdo del pasado, eso pasó, vota futuro.

Lo real es que el socialismo de entonces nada, pero nada, tiene que ver con el de hoy, normal por otra parte porque son dos países diferentes aquél y éste, el voto por convicción ideológica hoy representa un mínimo porcentaje con respecto a 1982 cuando se votaba y en el retrovisor del ciudadano estaba reflejada la imagen de Franco y la dictadura y hoy las nuevas generaciones casi no saben quién fue Franco, poco menos González. Pero también fruto de tantas y tantas guerras sin cuartel dentro de un PSOE que han distorsionado la imagen que entonces se tenía del socialismo como adalid en defensa de los derechos del proletariado, de ese obrero de recoge su sigla. Obrero de hecho es un término que hoy bascula entre lo añejo y lo rancio; no quedan apenas obreros, los últimos elevaron rango hacia operarios. ¿Partido Socialista de Operarios Español? Tampoco.

El PSOE afronta un ciclo electoral difícil y en Andalucía se la juega a mantener un número decente de municipios y a no perder alguna de las seis diputaciones con las que gobierna, todo ello en un momento de incertidumbre porque la figura de Sánchez resta y el líder andaluz que puso al frente, Juan Espadas, no termina de hacerse con las riendas de un partido que cíclicamente se autodestruye para emerger con nuevos poderes y en eso está ahora, aletargado pero esperando el momento corneta: ese en el que decidirá cambiar de líder. Cierto es que Pedro Sánchez se ha hecho con uno de los poderes internos más grandes de la historia del PSOE y por eso casi nadie se atreve a rebatir al emperador, a la vista está, pero la urna es distinto y el PSOE, a diferencia de otras formaciones de reciente cuño, es un partido con oficio y de profesionales. Llevan toda la vida. Saben, lo huelen, sienten cuándo está llegando el momento porque la calle aleja hoy, a pesar de esa tendencia de retorno al bipartismo porque los experimentos con gaseosa bajan al ritmo que suben, al PSOE de la acción de gobierno: perdió en Castilla y León, repitió derrota en Murcia, la más dolorosa fue Andalucía, donde cedió el gobierno con sonoro estrépito tras 38 años de ininterrumpido gobierno y ahora viene España, donde la coalición PP con Vox se convierte en seria amenaza para arrebatarle el gobierno. Y si eso pasa, las cornetas tronarán por toda España en ciclos de congresos para renovar hasta los últimos percheros de las casas del pueblo. Sánchez lo sabe, por eso busca en el baúl de los recuerdos la gloria perdida.

Al PSOE le falta renovar su mensaje, modernizarlo, hacerlo cercano, conectar y comunicar mejor para recuperar el apoyo ciudadano con un nuevo relato en sus formas y fondo y más cuando ha calado un mensaje estructurado en cuatro ideas: todo es negativo, España está peor que el resto de Europa, toda la culpa es de Pedro Sánchez y éste es un mentiroso -su impronta personal no le ayuda, ese toque frio y prepotente-. El último ejemplo es cómo el retraso de un minuto al desfile del 12 de octubre ha copado las portadas de los medios por encima del desplante de los magistrados conservadores que no asistieron al evento. Su comunicación es un auténtico desastre.

El debate real es otro, al margen de quién lidere. Cómo conectar de nuevo a un partido creado para defender los derechos de los obreros en una España de, todo lo más, operarios, una España que trota hacia el futuro y tiene necesidades en especialistas en transformación digital, ingenieros en nuevas energías, en smart cities, en biotecnología, en nuevos materiales, en transporte inteligente, expertos en cifrado y ciberseguridad, analistas en big data... Un partido en cuyo espectro de votantes apenas están las generaciones más jóvenes, de quienes cada día se aleja más. Y con estas, Felipe González.

La política es marketing. Siempre lo fue: desde aquel 1982 Por el cambio cuando la chaqueta de pana, el humo del Ducados y el puño en alto estilo Suresnes conectaba con una sociedad y, sobre todo, con una juventud ansiosa de revolución. Pero la tendencia de los jóvenes de hoy es otra, en ellos está el futuro y a muchos su revolución les conduce a Vox, cuya O no significa nada. O todo: observar, orquestar, ocupar, oprimir.

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