Los últimos cambios provocados por la deriva mediática televisiva han terminado por poner en tela de juicio determinadas decisiones en el cambio de estampitas en que se ha convertido el trasvase de profesionales entre Cuatro y Telecinco. Ni Tania Llasera funciona en Fama ni Pilar Rubio lo hace en OT -mientras tanto, Iñaki Gabilondo en su casa, como muchos otros defenestrados de CNN+ por el edredoning -. Tal vez el caso más doloroso sea el de la propia Pilar Rubio, sobrada como reportera de calle, pero a la que todavía le queda aprender que en el plató hace falta algo más que el físico, entre otras cosas saber situarse. En cualquier caso, el calamitoso estreno del nuevo OT no se debió exclusivamente a ella, sino a la dirección y guionistas de un programa descoordinado, improvisado y con un jurado que todavía no sabe muy bien de qué va esto; algo que sí sabe la cadena: esto va de ganar dinero, y ya pondrán los medios necesarios para rentabilizar el desastre.
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