La princesa Leonor aseguró este viernes que su viaje a Portugal, el primero de carácter oficial al extranjero como heredera al trono, supone “un deseo cumplido” y agradeció la acogida por parte de un país unido a España por “la amistad sincera y el respeto profundo y mutuo”.
“Me siento como en casa”, fue el mensaje que Leonor de Borbón dejó de su paso por Lisboa, donde el presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, le recibió con honores de jefa de Estado para realzar el carácter histórico de la visita.
La estancia fue breve, de poco más de seis horas, pero la princesa de Asturias, de 18 años, valoró “la hospitalidad y el inmenso cariño” brindados, en particular por su anfitrión, que mostró en todo momento su afecto, en sintonía con la estrecha relación que mantiene con Felipe VI.
En su discurso en el almuerzo en el Palacio de Belém, la princesa confesó “lo especial” del estreno de su agenda internacional, en línea con el desplazamiento que protagonizaron sus padres en 2014 al poco del relevo en el trono, cuando sintieron “el afecto y la ‘saudade’” que recibieron en las calles.
“Este es un viaje que esperaba con muchas ganas y que me hace muy feliz”, enfatizó la princesa, quien remató su agradecimiento con unas palabras en el libro de honor: “Mi primera visita oficial es no solo una alegría, sino un deseo cumplido de poder estrechar la unión sincera y fructífera de nuestros dos países”.
Para Leonor de Borbón, España y Portugal comparten una vecindad “multidimensional”, que “va mucho más allá” de la proximidad geográfica” y que se traduce “en una amistad sincera y un respeto profundo y mutuo” entre los dos países ibéricos.
También habló por primera vez en portugués para brindar por “las magníficas relaciones”. “Y por el querido pueblo portugués, que tanto estimo. Salud”, apostilló antes de alzar la copa..
Como ocurrió con su padre en 1988 y con el rey Juan Carlos ocho años después, Rebelo de Sousa impuso a su invitada la Gran Cruz de la Orden de Cristo, una de las principales condecoraciones que concede la república portuguesa.
En el Salón de Embajadores, le colocó la banda roja, de un color muy parecido al conjunto que lució Leonor de Borbón, quien se sintió “muy honrada” por la distinción.
Tras la reunión entre las dos delegaciones, tuvo lugar el almuerzo, precedido por otro gesto de cercanía de Rebelo hacia la princesa de Asturias, como fue el paseo en solitario por los jardines de la residencia.
En su intervención, el mandatario deseó que el simbólico paso de Leonor de Borbón por Lisboa represente “la apertura de un nuevo ciclo” en “la eterna alianza, más que amiga hermana”, entre dos países con nueve siglos de historia compartida.
Rebelo de Sousa se refirió a los lazos de los Borbones con Portugal, donde estuvieron exiliados los bisabuelos de la princesa, Juan de Borbón y María de las Mercedes, durante casi cuatro décadas y donde pasó parte de su juventud su abuelo, Juan Carlos I.
“Son tan queridos por nosotros”, agregó Rebelo al referirse a los familiares de la heredera, quien no mencionó a ninguno de ellos en sus palabras.
La primera deferencia del político portugués fue su recibimiento en el aeropuerto militar Figo Maduro, algo que no estaba previsto inicialmente en el programa.
La princesa arrancó su agenda en el emblemático Monasterio de los Jerónimos para hacer una ofrenda floral ante la tumba del padre de las letras portuguesas, Luís de Camões (1524-1580), un homenaje reservado para los mandatarios extranjeros.
Desde el monasterio, la hija de Felipe VI se trasladó en caravana escoltada por un escuadrón de caballería al Palacio de Belém para la bienvenida oficial.
La agenda se cerró en el Oceanário, uno de los más grandes del mundo, construido con motivo de la Expo 98, donde recorrió parte de sus instalaciones y mantuvo un encuentro con jóvenes científicos que trabajan en la protección del medio marino.
A la salida del acuario, Leonor de Borbón y Rebelo de Sousa saludaron a un grupo de escolares, con los que se hicieron una foto al grito de "¡Portugal, España!" que ambos corearon.
Como broche, el presidente volvió a 'saltarse' el protocolo y se desplazó con la princesa hasta la base militar para despedirse con dos besos en la misma escalerilla del avión en el que la heredera al trono regresó a España.
Leonor de Borbón viajó a Portugal con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, después de ser despedida por primera vez con honores en el pabellón de autoridades del aeropuerto de Madrid Barajas.
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