Un único médico de Urgencias en una ciudad de cien mil habitantes
Algunos de los usuarios presentaron reclamaciones por escrito por las carencias del servicio.
Usuarios del SAS denuncian que tuvieron que esperar hasta cuatro horas para ser atendidos
En el centro de la Ardila había personas con problemas respiratorios sin ser atendidas
Nueve de la noche de ayer y lloviendo a cántaros. Algunos de entre el medio centenar de personas que se encontraban en el centro de Urgencia de La Ardila, único abierto en San Fernando, llevaban cuatro horas esperando desde que cogieron números y en algunos casos con personas mayores con problemas de asfixia, entre una variopinta patología propia de una aglomeración de ese tipo.
El problema no era, sin embargo, que sea el único centro de Urgencia de una ciudad de casi cien mil habitantes, sino que en ese servicio, según manifestaban los usuarios, sólo había un médico de guardia para atenderlos a todos, por lo que por mucha prisa que se diera, no había quien les quitara esas cuatro horas que llevaban muchos.
Eso sin contar con que algunas personas ya habían estado por la mañana y habían tenido que esperar un tiempo aproximado, y al volver hacían la cuenta y les resultaba que habían estado toda una jornada de sábado en el ambulatorio.
Algunos -al fin y al cabo el tiempo es lo que les sobraba, ya que dicen que poner reclamaciones es una pérdida de tiempo- dejaron constancia escrita de su protesta y otros la exteriorizaban entre ellos y ante este periódico. Todos tenían el mismo estado de cabreo y no precisamente con el único médico que estaba allí para atenderlos cuando les llegara el turno, sino contra el Servicio Andaluz de Salud.
Ni siquiera pusieron reparon para posar en la foto -”como una forma más de protestar por esta situación”, decía uno de ellos y otros asentían- a pesar de que había que salir a la calle para poder dejar constancia gráfica de lo que ocurría.
Lo importante era dar rienda suelta a la indignación por un servicio que no estaba funcionando todo lo bien que deben hacerlo aquellos servicios de los que dependen la salud física... y mental.
El problema no era, sin embargo, que sea el único centro de Urgencia de una ciudad de casi cien mil habitantes, sino que en ese servicio, según manifestaban los usuarios, sólo había un médico de guardia para atenderlos a todos, por lo que por mucha prisa que se diera, no había quien les quitara esas cuatro horas que llevaban muchos.
Eso sin contar con que algunas personas ya habían estado por la mañana y habían tenido que esperar un tiempo aproximado, y al volver hacían la cuenta y les resultaba que habían estado toda una jornada de sábado en el ambulatorio.
Algunos -al fin y al cabo el tiempo es lo que les sobraba, ya que dicen que poner reclamaciones es una pérdida de tiempo- dejaron constancia escrita de su protesta y otros la exteriorizaban entre ellos y ante este periódico. Todos tenían el mismo estado de cabreo y no precisamente con el único médico que estaba allí para atenderlos cuando les llegara el turno, sino contra el Servicio Andaluz de Salud.
Ni siquiera pusieron reparon para posar en la foto -”como una forma más de protestar por esta situación”, decía uno de ellos y otros asentían- a pesar de que había que salir a la calle para poder dejar constancia gráfica de lo que ocurría.
Lo importante era dar rienda suelta a la indignación por un servicio que no estaba funcionando todo lo bien que deben hacerlo aquellos servicios de los que dependen la salud física... y mental.
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