Mucho se cuenta, se escribe, se comenta sobre la “guerra comercial” que Trump ha desatado contra China. ¿Es sólo eso, una “guerra comercial”? Parece que las cuentas no le salen a Trump con todo el mundo, sin embargo ha identificado como enemigo principal a China. Una multitud de analistas están estos días comentando que si el problema es la balanza comercial, que si la clave está en acumulación fuera de Estados Unidos (EEUU) de reservas de divisas (dólar) y bonos del tesoro norteamericano, que si el trasfondo es la lucha por mantener el dólar como moneda internacional de intercambios, que se intenta restablecer una independencia tecnológica estratégica por parte de EEUU… Sin embargo poco se habla de que la sociedad China ha revolucionado los dogmas del “comunismo” presumiendo de haber implantado lo que desde Deng Xiaoping se denomina “Economía de mercado socialista”. Una sociedad que no es democrática liberal, pero tampoco “comunista” desde la vertiente económica tradicional. Se atribuye a Deng el haber liderado la gran transformación económico social desde 1978 hasta 1993. La planificación estatal de la economía permitió la des-colectivización del campo y la implantación del sistema que permitía a las familias tener beneficios privados para ellos mismos… Dejó libertad de precios a la agricultura que hasta entonces estaban marcados artificialmente por el Estado. Permitió la propiedad privada de haciendas, negocios y ahorros; de todo salvo del suelo que es en concesión por cincuenta años. La economía China se desarrolló principalmente con la creación de las Zonas Económicas Especiales (Z.E.E.)… ¿Quién soportó el inmenso coste económico, social, emocional, familiar de esta reconversión? Inequívocamente fue el pueblo chino. Los trágicos sucesos de la Plaza de Tianamén, https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/la-violenta-masacre-de-la-plaza-de-tiananmen-la-mancha-imborrable-de-china/, fueron el punto de inflexión del mayo de 89 chino. El resultado de este titánico esfuerzo económico que ha realizado el pueblo chino es asombroso porque en menos de 40 años la presencia de la economía China en el mundo es enorme, siendo considerada como la segunda potencia mundial. Y ello se ha producido a fuerza de planificar: -las inversiones, la acumulación de conocimiento-, a cambio de generar enormes desigualdades y pobreza. La sustancial parte de la inmensa extracción de plusvalía que el estado chino recibe de las empresas en China, que imponen a su personal el modelo 996 (trabajar de nueve de la mañana a nueve de la noche seis días a la semana); permiten una constante reinversión del 40% de su PIB en infraestructuras y en desarrollo del conocimiento y la innovación tecnológica. China envía a universidades norteamericanas a 250.000 estudiantes al año. Las universidades chinas promueven más de un millón de titulados en ingeniería anualmente… España, por ejemplo, sólo 26000 -https://www.ingite.es/wp-content/uploads /2024/03/Estudios-Univesitarios-V27-febrero.pdf.-, y en Estados Unidos, poco más de 203,000 - https://diario socialista .net/2025/02/09/china-forma-casi-10-veces-mas-ingenieros-al-ano-que-eeuu/-. A pesar de que, como casi siempre, la realidad se observa con el color del cristal con el cual se mira, parece, no obstante, que China prospera teniendo en consideración el punto de partida 1949, fecha de la fundación de la República Popular China, por Mao Tse Tung (Mao). Más allá de alabanzas o condenas sobre la sociedad y economía China, ésta tiene un papel sustancial en el actual panorama mundial. Sin embargo, entre tanta polémica sobre lo que de verdad pretende Trump y su tropa (listos donde los haya), con la “guerra arancelaria” convertida en un mano a mano exclusivamente con China; pasa desapercibido el enorme temor que suscita entre las elites neoliberales el modelo chino que pone en cuestión todo el entramado de las cacareadas bondades del libre-mercado frente a la planificación estatal, exigiendo la mengua del poder de los Estados para así expoliar a los pueblos a su antojo. El capitalismo entabló una lucha contra el comunismo, su triunfo sobre la URSS que desemboca en una Rusia capitalista, sin libertades, no ha funcionado con China. Y ahora ha llegado el momento, eso parece, de “pararle los pies” al gigante asiático. Por otro lado sería posible extraer enseñanzas de lo bueno que debe haber en la evolución socio-política china. ¿Sería positivo que el Estado español invirtiera más en formación, en investigación, en generar conocimientos? Es de antiguo aquello de que el conocimiento genera poder. ¿No es este el caso chino? Por otro lado orientar la producción para garantizar (planificar) la autonomía tecnológica no sólo de España, sino de la UE, ¿sería más que deseable? Cuando se abren las carteras a lo grande, para aumentar gastos militares ¿por qué no aplicarlos a investigaciones polivalentes de aplicación civiles y militares defensivas? La actual coyuntura de confrontación Estados Unidos- China pone en evidencia que la batalla del desarrollo tecnológico parece decantarse por el triunfo chino, dada la dependencia que de él tiene Estados Unidos. Pero eso ¿Quién lo sabe?
Fdo Rafael Fenoy