338 días

Son los que quedan para que vuelva a amanecer un nuevo Domingo de Ramos. Y con el buen sabor de boca que me ha dejado esta Semana Santa, os dejo en Torre Vigía mi opinión al respecto.
Y para poner el punto y final no quisiera olvidarme de lo bien que andan los pasos en El Puerto, destacando sobre manera el sello que nos dejó Sergio Alejo En esta Semana Santa que acabamos de dejar atrás, he visto más luces que contraluces. Entre estas últimas, el gran punto negro fue el Martes Santo. Más allá del tiempo —ese detalle que siempre se nos escapa de las manos—, la principal contraluz sigue siendo la carrera oficial: fría, sin alma, y que aporta poco o nada al lucimiento de nuestras cofradías. Llevo años opinando que esta debería comenzar en las calles adyacentes a la Basílica Menor: Nevería-Palacios, Santo Domingo-Pagador o Luna-San Bartolomé y Palacios serían opciones mucho más acertadas.
En cuanto a las luces, que han sido muchas, destaco el crecimiento de los cortejos. Es un dato muy significativo que habla bien del trabajo de las juntas de gobierno. Eso sí, aún nos queda el pero de la disparidad de telas, los zapatos inadecuados y algunas túnicas que carecen del decoro necesario para procesionar.
Otra gran luz han sido los pasos, primorosamente arreglados, destacando especialmente los palios de Amargura de la Flagelación y Consolación y Lágrimas de Veracruz. Chapó para los floristas.
Mención especial merece el estreno del Prendimiento en el Lunes Santo: preciosa su túnica y una incorporación muy acertada a la jornada. Igualmente destacables la primera salida procesional de la hermandad del Dolor desde Las Esclavas y la de Afligidos desde el colegio de los Jesuitas.
Y para poner el punto y final no quisiera olvidarme de lo bien que andan los pasos en El Puerto, destacando sobre manera el sello que nos dejó Sergio Alejo y la manera de andar de los pasos del Nazareno y Resucitado.
Ha sido una Semana Santa muy positiva, con calles abarrotadas y sin incidentes que reseñar.
Lo malo: se nos ha ido la Semana Santa de 2025.
Lo bueno: solo nos quedan 338 días para volver a vivir otro Domingo de Ramos.
¡A la gloria, portuenses!