El tiempo en: Valencia
Miércoles 30/04/2025
 
Publicidad Ai
Publicidad Ai

Creyendo y creando

Vulnerables

Un golpe certero nos ha reducido a la simplicidad de la vida

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai
  • Velas. -

Lunes. Media tarde. Pienso en el artículo que debo enviar a la redacción para esta semana.  Quizás se apague la batería y no pueda cargar el ordenador. Tal vez no me resulte posible enviar el texto acabado... La electricidad se ha ausentado de golpe y los nuevos hábitos nos impiden la normalidad. Horas sin electricidad; nunca se ha vivido algo así en España: ¿qué hacemos? De repente, el país se paraliza. Las caras de perplejidad conviven a nuestro alrededor: hay quien lo toma con luctuoso rigor; otros, con cierta comicidad. La situación es grave en todo el país: pienso en hospitales, residencias de mayores, comedores, restaurantes, medios de transporte... A mi mente acude, también, nuestra catedral, construida hace siglos, flamante en la actualidad, sin atisbo de luz artificial en su pétreo parto; y pienso en Cervantes o Shakespeare, ingenio a la luz de las velas. Antaño se pudo, pero ¿ahora? Las luces de viviendas y oficinas caen a plomo, asestadas por una estocada mortal; preocupan los datos de los teléfonos móviles. Las carreteras se contagian de incidencias y las aceras se abarrotan de viandantes desubicados. Al llegar a casa, mi tiempo se verá inalterado: la lectura, balanceada en la mecedora de rejilla, me espera; Vagalume, precisamente, que trata de la oscuridad en la creación y de la creación en la oscuridad, confirma la premonición que nos acompaña. A lo lejos, un vecino toca un viejo piano, cuyo sonido perfora los tabiques; la música de Salinas se eleva con la suavidad que detiene la incertidumbre. Por la ventana, contemplo un gato trepar y dos perros peleándose.

Debo escribir, y reflexiono sobre el alcance de las circunstancias. Pienso en los vehículos híbridos, tan afectados, y recuerdo el contador de mi depósito: estimo que podré circular durante toda esta semana. Me tranquiliza. La nevera no ha llegado a descongelarse, por el momento. Pronto, la cena…: ¿cómo desenvolvernos sin vitrocerámica? Acudo al supermercado a toda prisa; las colas son enormes… Acepto comer pan con aceite. ¿Por cuántos días? ¿Aguantará? Vuelvo a casa. Llega el momento de la ducha de los niños; el agua, fría. Los niños se quejan; ¿cómo calmarlos? Se avecina la noche. Cenamos como podemos, charlamos, reímos… Parece que no nos hemos quedado tan incomunicados. Leemos el cuento de cada noche. A oscuras, un par de candelabros de época nos rescatan. Sólo queda tirar la basura a la calle; hoy la luna se refleja más cercana que nunca en el cerro… Un golpe certero nos ha reducido a la simplicidad de la vida. Pongo la alarma para el próximo día. Sepa Dios qué alarma sonará al amanecer…

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN