La obra ‘Atrapadas en la ofi’ nos presenta a cuatro oficinitas al borde de un ataque de nervios. Es un viernes a las 18.30, están cansados, deseando terminar la jornada laboral y llegar por fin al descanso del fin de semana. Lo cotidiano se hace ya insoportable. “-Tengo al señor Robledo al teléfono -Pues sácalo de ahí”. Pero sobreviene una terrible tormenta, se produce un apagón que los deja sin wifi, sin teléfono, y las puertas, en las que se acaba de instalar un nuevo sistema de seguridad, se han bloqueado. Están en la planta 11 de un edificio ya vacío. Incomunicados. Y allí deberán convivir durante horas, enfrentados a sus propias contradicciones, en espera del rescate. El gerente, Bruno, es un tipo brutote que transpira testosterona tóxica:”-Yo tengo mi curro, mi coche y mis ligues”. La directora de Recursos Humanos, Pilar, se empeña en aparentar una seguridad en sí misma de la que internamente carece: “Estoy sola”. Quique, el repartidor, es feliz a su manera, con su barrio, Carabanchel, y sus amigos. Y la recepcionista, personaje clave en la función, es una mujer con sólidas convicciones sindicales y feministas, que aspira a una vida muy distinta: sueña con abrir un restaurante de comida casera.
‘Atrapadas en la ofi’ es un musical de pequeño formato, con escasos medios y mucho talento, que se representa en la sala Lola Membrives del madrileño Teatro Lara. Mezcla comedia y música, con ritmo, y proporciona un guiño risueño a la vida en medio de las actuales incertidumbres. Ese encierro inoportuno cambiará a los personajes. A mejor. Al principio de la pandemia se reiteró que el mundo había llegado al límite, que saldríamos mejores del confinamiento. Falso. El mundo es atroz. Desde Trump a Netanyahu, hasta cierta atmósfera tóxica extendida por la sociedad. Aunque de nada de esto se habla en ‘Atrapadas en la ofi’. Que irradia optimismo. Con unos excelentes actores jóvenes y llenos de energía, que interpretan y cantan maravillosamente, todas y todos con una amplia experiencia ya en el teatro (sobre todo musical) y algún premio en sus trayectorias. Hay canciones de los 80, como ‘Footloose’ o ‘Take on me’. Y, tras el encierro en la oficina, los cuatro salen convertidos en mejores personas. Cada uno entiende más al otro. Y suena la música. Es la ficción del teatro. Aunque fuera, en la calle, en la realidad, todo siga igual. Pero estos extraordinarios cómicos llenan de buen humor a quienes ven la función. El teatro. Ese lugar mágico. Entrañable ‘ofi’.
