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Sábado 21/06/2025
 
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Andalucía

Una piel electrónica permite a robots identificar calor, presión y contacto

La clave está en un material de gel blando, económico y moldeable que transforma toda la superficie de una extremidad artificial en un sensor sensible

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  • Ensayos con la nueva piel electrónica. -

Una mano robótica con la capacidad de sentir el mundo como si fuera humana ya no es una escena de ciencia ficción. Un equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge y el University College de Londres (UCL) ha desarrollado una piel robótica revolucionaria, capaz de detectar presión, temperatura, dolor e incluso distinguir múltiples contactos simultáneos, una hazaña que hasta ahora parecía exclusiva del tacto humano.

La clave está en un material de gel blando, económico y moldeable que transforma toda la superficie de una extremidad artificial en un sensor sensible e inteligente. A diferencia de las pieles electrónicas convencionales, que requieren una compleja red de sensores distintos para captar cada estímulo, esta innovación se comporta como una estructura sensorial unificada, muy similar al funcionamiento de la piel humana.

Lo sorprendente es que puede colocarse como si fuera un guante sobre una mano robótica. Así, el robot gana algo más que funcionalidad: adquiere percepción del entorno en tiempo real. La universidad de Cambridge, que ha hecho público el avance, afirma que el sistema abre un nuevo horizonte en la interacción física entre máquinas y humanos.

La piel, compuesta por un hidrogel conductor y elástico, no solo capta el contacto sino que lo interpreta. Con solo 32 electrodos colocados en la muñeca, el sistema fue capaz de recoger más de 1,7 millones de datos, procesados mediante técnicas de aprendizaje automático para enseñarle a la piel robótica a identificar el tipo y la intensidad del estímulo recibido.

Durante las pruebas, los investigadores simularon un amplio rango de estímulos: desde el toque de un dedo o una presión leve, hasta el contacto con una superficie caliente, un bisturí que cortaba la piel, o varios puntos de contacto simultáneos. Gracias a más de 860.000 vías internas dentro del material, la piel fue capaz de reaccionar y diferenciar cada situación.

“Queríamos una solución que pudiera reconocer diferentes tipos de tacto sin necesitar un arsenal de sensores distintos, y además que fuera barata, duradera y escalable”, explica el Dr. David Hardman, del Departamento de Ingeniería de Cambridge. Su compañero, el Dr. Thomas George Thuruthel, del UCL, añade: “Lo logramos con un enfoque de detección multimodal, donde el mismo material responde de forma distinta según el tipo de contacto”.

La complejidad técnica se resolvió con una solución elegante: moldear el hidrogel en forma de mano humana y conectar puntos clave mediante un patrón de electrodos estratégicamente colocados. Después, el sistema fue entrenado con inteligencia artificial para reconocer patrones en tiempo real.

La piel aún no iguala la sensibilidad del tacto humano, pero según sus creadores, supera a cualquier otro sistema de su clase actualmente existente. El estudio ha sido publicado en la revista Science Robotics, y sus posibles aplicaciones son tan amplias como fascinantes: prótesis avanzadas, robots de rescate, industria del automóvil o robótica doméstica.

“Lo más importante es que ahora podemos fabricar esta piel de forma económica, flexible y adaptada a diferentes formas. Podemos calibrarla con el tacto humano y mejorarla según la tarea específica del robot”, apunta Hardman.

Aunque el proyecto está en sus primeras fases, los investigadores confían en mejorar su resistencia a largo plazo y probarla en robots operando en entornos reales. La línea entre la tecnología y la biología se vuelve cada vez más delgada, y con innovaciones como esta, el futuro del tacto artificial está más cerca de sentirse verdaderamente humano.

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