Una mujer que se enfrenta a 25 años de prisión por intentar quemar a su hija de cuatro meses mientras estaba en la cuna ha defendido que nunca quiso hacerle daño y que prendió un juguete tras beber cuatro cervezas y tomarse 21 pastillas de Diazepan.
Ha indicado que quería hacerse daño a ella misma y "fastidiar" a su hermano: "Fue una llamada de atención porque me sentía muy sola. La cabeza se me fue, no controlé lo que hice, se me fue de las manos", ha expuesto.
Así lo ha asegurado este martes en el juicio que se sigue contra ella en la sección tercera de la Audiencia Provincial de Valencia. La Fiscalía pide provisionalmente 25 años de prisión para ella por un delito de asesinato en grado de tentativa con la agravante de parentesco y la atenuante de embriaguez por estos hechos, ocurridos el 8 de enero de 2022.
El ministerio público mantiene que la procesada se encerró en un dormitorio de su casa de Massamagrell (Valencia) y que "con el propósito de acabar con la vida de la bebé, prendió fuego a una manta de juguete y la colocó bajo la cuna donde estaba la víctima. A continuación, encendió un peluche y se colocó junto a la cuna cuando el muñeco comenzaba a gotear. El hermano de la procesada entró en la habitación y, tras forcejear con la acusada, consiguió sacar a la menor. La niña sufrió una quemadura de primer grado en la mano izquierda.
Sin embargo, la procesada ha negado que tuviera intención de hacerle ningún daño a su pequeña, que tuvo por fecundación in vitro. "Era una niña deseada", ha recalcado. Sin embargo, al mes de quedarse embarazada, a su madre le diagnosticaron un cáncer. Ella se quedó viviendo en el domicilio de su madre para cuidarla, mientras que su pareja y padre de la pequeña en su propia casa.
Entonces, el hermano de ella, con quien tenía desde siempre problemas, se fue también a vivir a casa de la madre cuando se separó de su mujer y, además, tenía discusiones "tontas" con su pareja que "acababan liándose". "Se me juntó todo, pasé el embarazo sola y, cuando nació la bebé, no tenía ayuda, no dormía, no tenía tiempo para mí y tenía que cuidar también de mi madre", ha relatado.
Esa tarde, ha contado, discutió con su hermano y comenzó a beber. Se tomó cuatro o cinco botes de cervezas seguidos, a pesar de que no había comido, y 21 pastillas de Diazepan, un medicamento útil para el alivio del dolor músculo-esquelético que el médico le había recetado por problemas con la cervicales. "Estaba en estado muy depresivo, de ansiedad, no tenía ganas de vivir", ha señalado.
Pensó en lo mal que se llevaba con su hermano y "con rabia", para "fastidiarle", cogió una mantita de actividades que le había regalado a la pequeña y prendió uno de los arcos superiores, pero ha negado que lo hiciera encima del capazo donde dormía su hija, de la que tiene una orden de alejamiento.
"ME QUEDÉ BLOQUEDA"
"No sabía lo que hacía por el efecto de las pastillas, se me fue de las manos el fuego, empezó a crecer y no sabía que hacer. Me quedé bloqueda, me senté un ratito y entró mi hermano, y recuerdo un forcejeo, pero yo de quemar a la chiquilla no me acuerdo de nada, amnesia total, sé que mi hermano la sacó de la cuna para que no la pasara nada e igual fue en ese momento cuando le rozó con el fuego la mano izquierda", ha señalado. De hecho, ha recalcado que la cuna, que conserva, no ardió y que está en buen estado.
De lo que hizo se enteró en el hospital, donde despertó atada de piernas y le diagnosticaron un trastorno psíquico por el que ha estado más un año y medio en tratamiento con antidepresivos y también somníferos para poder dormir. También ha recibido el alta en la Unidad de Conductas Adictivas (UCA).
"Nunca he ido a un psiquiatra porque me sentía fuerte y creía que no lo necesitaba, que lo iba a superar. Ahora ya sé que si vuelvo a estar depresiva tengo que pedir ayuda", ha apostillado. La mujer ha abonado al padre de la menor un total de 950 euros en concepto de responsabilidad civil.