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La escritura perpetua

Montoro

Tiempos difíciles para él. Porque Cristóbal Montoro empezaba presuntamente a trincar mientras José María Aznar repetía aquello de “España va bien"

Publicado: 27/07/2025 ·
13:07
· Actualizado: 27/07/2025 · 13:07
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  • El exministro de Hacienda y Función Pública Cristóbal Ricardo Montoro. -
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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A Cristóbal Montoro se le fue poniendo con los años cara de protagonista de película del Conde Drácula, y así lo pintaban en su día algunos viñetistas en los periódicos, con los colmillos humeantes de sangre fresca, el señor despiadado de las inspecciones fiscales. Y Montoro regresa a las páginas de los periódicos como atrapado en una dimensión extemporánea, al igual que Drácula en su leyenda, y la derecha no lo recibe como a un excompañero ministro de Hacienda del PP, desde Esperanza Aguirre a Rodrigo Rato, sino como a un socialdemócrata radical y traicionero de la nueva España despañolizada de Pedro Sánchez. Es decir, lo esperan con el cuchillo entre los dientes y dispuestos a personarse como acusación particular en el proceso abierto contra el exministro nacido en la provincia de Jaén, que una tierra maravillosa como Jaén no merece un paisano así. 

“Aparten de mis ojos esa visión espantosa”, exclamó hace meses el veterano periodista Carlos Dávila, hombre de prosa y oratoria brillante, mientras debatía de política en una tertulia radiofónica de Onda Madrid y por alguna televisión emitían una entrevista con Montoro. Y Dávila explicó la persecución fiscal que Montoro diseñó contra determinados periodistas, que acabó con el suicidio de uno de ellos (cuyo nombre no especificó) y siendo acosado él mismo. “Me desgravé por un traje que compré cuando presentaba un programa por televisión y el inspector me espetó: Demuestre usted que nunca se puso el traje para un uso personal”. Montoro supone una obsesión recurrente para el maestro Dávila. “Ahí tenemos a un tipo que subió los impuestos, que persiguió a los españoles particulares, que exigió tener acceso a los datos de sus contrincantes políticos”, ha escrito en ABC Chapu Apaolaza. Montoro viene de una infancia modesta, de una lucha sin desmayo para alcanzar la cúspide política, de su afición a montar a caballo, y de algún germen personal o político que aseguran le terminó envenenando la sangre. El exministro presuntamente persiguió despiadadamente a quienes consideraba por debajo de su escalafón, y favoreció de manera sumisa y por interés a los escasos poderosos que veía por encima, caso de las empresas gasísticas. Y ahora se halla cercado por la Justicia y, sobre todo, por el odio de muchos que hace tiempo fueron de los suyos. Tiempos difíciles para él. Porque Cristóbal Montoro empezaba presuntamente a trincar mientras José María Aznar repetía aquello de “España va bien”. Como diría Carlos Dávila: País.

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