Hace tiempo que deje de entender a los partidos políticos. Las decisiones que toman, en muchos casos, dan la espalda a la sociedad y solo serían explicables en clave interna. Pesa mucho más el interés orgánico que el futuro de las ciudades o el bienestar de los ciudadanos. La presencia de políticos de bajo nivel ha provocado que a muchos les preocupe más el seguir controlando su partido a nivel provincial que el intentar tener el mejor candidato de cara a unas elecciones.
En Ronda tenemos ejemplos para intentar explicarles mis argumentos. En el Partido Popular saben que Mari Paz Fernández no ha dado la talla como alcaldesa pero, sin embargo, han decidido, bendecida por su amigo Bendodo, que nuevamente sea la cabeza de lista. Bastaría darse un paseo por las calles y preguntar a cualquiera de los vecinos para saber que el descontento con la alcaldesa en la ciudad es casi unánime. Sin embargo, la dirección provincial está cómoda con Fernández y le ha dado una oportunidad pese a la penosa gestión de los últimos cuatro años.
En el Partido Socialista está pasando lo mismo. Conejo y Heredia dudan entre hacerse el haraquiri presentando a Teresa Valdenebro o dejar que la díscola Isabel Aguilera pudiera conseguir un buen resultado en las urnas. Ambos saben que el presentar a una persona de 30 años, desconocida y sin experiencia no parece la mejor opción. Sin embargo, temen que la vuelta de Aguilera a la primera fila les podría provocar una perdida de poder orgánico a nivel provincial. De otra forma no se entendería que tras conseguir una opción solvente sigan dando alas a Valdenebro en una huida hacia adelante en la que no se está mirando por el bien de Ronda y de los rondeños.
Los partidos deben buscar a los mejores alcaldables pensando en presentar una lista solvente que sea capaz de gestionar el futuro de la ciudad. La sociedad da la espalda a los políticos y mucha culpa la tienen comportamientos de enroque que lo único que garantizan es que algunos mantengan el control interno.
