—Todos vienen a quejarse aquí, pero ¿usted de qué se queja?
—Pues yo me quejo, por ejemplo, de que hay ciudadanos que no saben a qué nos dedicamos y nos piden cosas imposibles. Gente joven que no tienen vivienda, divorciados que no tienen acceso a la vivienda, mujeres abandonadas con los hijos que tampoco tienen vivienda... no podemos hacer nada por ellos. Me quejo de que vienen pidiéndonos trabajo, y tampoco podemos hacer nada. En el caso de los puestos de trabajo vemos que el Ayuntamiento tiene que tener mucho cuidado en la observación del convenio colectivo y las bolsas de trabajo: que sean transparentes y que todos conozcan la puntuación que tienen. Ya hemos conseguido que la baremación para acceso a vivienda pública sea más clara. Pero yo no tengo más quejas.
—¿Y de qué se quejaría si tuviera que venir a esta Oficina?
—Del ruido político que hay en Jerez. Como le hagamos caso a todo lo que dicen todos los partidos y sus portavoces nos volveríamos locos. No sé si existe la verdad en algún lado, o al menos media, pero todos dicen unas cosas horrorosas del contrario. Me cuesta mucho trabajo entenderlos.
—Pone usted la política local a caldo. ¿Tan mal se hace en Jerez?
—Eso mismo me pregunto yo. Porque con Pacheco pasaba igual, con García-Pelayo, lo mismo y ahora también. Me parece que aquí hay demasiado ruido.
—Jerez es oficialmente una gran ciudad. ¿Cómo afectará a los ciudadanos esta nueva definición y a su relación con ustedes?
—La experiencia que tenemos es que hay grandes ciudades que tienen esta institución y la ventaja que vemos es que estaremos tutelados. Es decir, la Oficina del Defensor de la Ciudadanía no es obligatoria, pero Jerez la tiene por voluntad propia. Ahora dependemos del Pleno, pero en el caso de las grandes ciudades hay una comisión que tutela, según la composición del pleno, la oficina de quejas y sugerencias. Esto significa que en la periodicidad que ellos decidan a través de un reglamento orgánico, le debemos dar cuenta de cómo está la situación. Ahora lo hacemos una vez al año, aunque estamos siempre abiertos a que los concejales vengan y pregunten. Creo que de esta forma podremos ganar en independencia y ellos en información.
—Y los ciudadanos, ¿qué ganarán?
—Creo que en eficacia, porque cuando la oposición sepa que hay una determinada queja se interesarán en que sea respondida bien. Creo que todos ganaremos.
—En su informe al Pleno quedó claro que lo que más afecta a los jerezanos son las cuestiones de urbanismo y vivienda. ¿Hay alguna otra al alza en las quejas ciudadanas?
—El ruido. Este es un problema que tienen todas las ciudades, y especialmente Jerez, que es una ciudad muy ruidosa. Y eso se nota ENla vida cotidiana. Algunos vecinos parten de lo siguiente: yo en mi casa hago lo que me da la gana. Pero la propiedad privada tiene un fin social, tú no puedes hacer lo que quieras. Si contaminas la vivienda del vecino ya no estás en tu casa. Y eso está penado por la Unión Europea, por la Constitución Española, por las ordenanzas municipales.
—Pero se actúa poco.
—Nosotros lo que recomendamos es que se llame a la Policía Local y se apunte la hora de llamada y a la que llega la Policía, si llega. Si no vienen, que acudan a nosotros, porque la Policía tiene un protocolo y tiene que informar a Medio Ambiente y Urbanismo.
—¿Nos hemos acostumbrados a vivir con el ruido?
—Quizás sí, son actitudes ciudadanas que cuesta trabajo erradicar. Es cuestión de educación.
—¿Algún otro asunto más?
—La verdad es que no. De todos modos, las estadísticas parciales son muy complicadas, pero nosotros hemos detectado que en el primer trimestre del año hemos recibido menos quejas que el año pasado. No sabemos qué significa, no tenemos una consultora que nos haga un análisis de la situación. ¿Significa que el Ayuntamiento está haciendo bien su trabajo? ¿Significa que los jerezanos no confían en nosotros? ¿Significa que el primer filtro se ha acabado y ahora estamos en una situación mejor para solucionar problemas?... No sabemos, pero esas son nuestras teorías.
—Sin embargo, la resolución de las quejas que se le plantea es muy alta.
—El 86% de las sugerencias que le hacemos al Ayuntamiento las resuelve. Y con otras administraciones hay buena relación. Es verdad que no todas nos dan la razón, pero nos atienden, que es lo que quiere el ciudadano: respuestas.
—Y del resto, ¿cuáles, por ejemplo, se han quedado sin resolver?
—La del cobro de los vados. El Ayuntamiento insiste en que está actuando legalmente. Por ahí no podemos tirar, tendríamos que llegar a otro tipo de negociación.
—Los vecinos no tienen claro que sea legal cobrar con efecto retroactivo.
—Las leyes de cobranza sí tienen efectos retroactivos, y lo tienen por ambos lados: el Ayuntamiento puede cobrar tasas o impuestos con cuatro años de retraso y el ciudadano puede reclamar a la Administración lo que le deba hasta cuatro años atrás. Eso no quita para que pensemos que el Ayuntamiento tendría que haber llevado este asunto con más plazos, haberlo explicado mejor desde el principio.
—Precisamente la de los vados es una de las últimas plataformas que se ha creado. ¿Este afán de crear plataformas significa que Jerez necesita una vertebración social mejor?
—Creo que la federación de vecinos debe ser la que encauce estos asuntos ciudadanos. Porque las plataformas surgen cuando no hay partidos políticos o colectivos fijos. Y aquí, con colectivos y entidades fijas, si hay tantas plataformas es que algo está fallando o que no confiamos en las organizaciones que están institucionalizadas. O algo más duro: preferimos ser cabeza de ratón que cola de león. Pero los colectivos tienen que funcionar y dar respuesta a los ciudadanos, porque si no pierde la democracia.
—Y el poder los absorbe.
—Cuando yo estaba en la federación de vecinos quisimos traer al escritor Vázquez Montalbán a que nos explicara lo que estaba pasando en Cataluña hace ya muchos años, que la Generalitat estaba colonizando las asociaciones de vecinos, porque veíamos que podía pasar en Jerez.
—Y pasó.
—Pasó, fueron colonizadas. Pero creo que ahora mismo, y a partir de Santiago Casal, la federación ha hecho un trabajo de vertebración, y eso por amor al arte.
—¿Y eso lo agradecen los ciudadanos? Porque es muy fácil criticar.
—Creo que sí. En Cuartillo fui secretario de la asociación de vecinos ocho años, y nos partíamos todos la cara trabajando a fondo perdido. Y estaba también en Izquierda Unida. Pero en la barriada recibíamos 11 votos solo, lo que significa que la gente sabe perfectamente separar el trabajo en la asociación y el político. La gente vota lo que quiere. No creo en el voto cautivo, si fuera verdad lo que se le criticó a Pacheco en este sentido no habría perdido las elecciones.
—Hablamos de quejas de otros, pero de oficio habrá actuaciones.
—Hace cinco años hicimos una propuesta sobre el aparcamiento del hospital, recibimos más de 400 firmas de los trabajadores, pero cuando llegamos al Ayuntamiento fuimos criticados porque nos estábamos metiendo en política. Nosotros somos el mensajero, lo que hacemos es decir lo que hay, lo que proponemos y le aportamos además que en Cádiz , en Sevilla, en Córdoba... hay acuerdos de precios más bajos para ellos. Pero nos armaron el escándolo y no la tuvieron en cuenta. Hay otra también de un escalón muy alto para acceder a una calle por el arco de Ancha, nadie se ha quejado, pero nosotros sí.
—¿Son ustedes incómodos?
—Estamos en una situación que no le gustamos a nadie. Creo que sí, somos incómodos para el gobierno de la ciudad; cómodos para la oposición porque no hacemos todo lo que ellos creen que tenemos que hacer; y estamos vendidos cuando le decimos a alguien que no tiene razón en su queja.
—¿Han notado la crisis?
—Han venido casos muy difíciles de hipoteca, de paro, jóvenes embarazadas sin trabajo que viven con el novio y siete personas más en un piso de dos habitaciones...
—¿Y qué pueden hacer?
—Muy poco. Les explicamos muy bien cómo funciona la situación, que no caigan en eso de la reunificación de deudas porque hay peligro de que después no se pueda pagar la hipoteca, le recomendamos que hay alguna entidad financiera que les puede alquilar el piso mientras no se resuelve el problema, y lo ponemos ne contacto con una plataforma que lleva Luis Sojo, que es un gran luchador, de afectados por la reunificación de deudas. Nada más.
—Pero el problema es que no se sabe si la crisis ha tocado fondo.
—Yo creo que sí. Vamos a suponer que la crisis afecta al 30 por ciento de la población, que ya es mucho. Pero hay un 70 por ciento que no, que tienen su salario, su Seguridad Social, sus pensiones, sus vacaciones. Este sector está gastando. En cuanto que haya una persona afectada por la crisis hay que atenderla, pero el 70 por ciento lo que tiene que hacer es comprar, no puede tener miedo, no puede estar ahorrando, ¿para qué? ¿Para qué quieren los bancos el dinero? Para invertirlo, no para guardarlo como usureros.
—Estamos en época de escolarización y la educación está generando muchas protestas.
—Es curioso, pero este año no hemos recibido queja alguna, otros años, muchas, sobre todo de falsedad en los documentos del padrón. Le hicimos una propuesta al Ayuntamiento para que en el tablón de anuncio de los colegios se pusiera una advertencia de que falsear estos datos está penado por ley, y creo que ha frenado mucho. De todos modos el problema es que no hay colegios en proximidad para todos. Habría que hacer como en Estados Unidos, poner autobuses para los colegios.
—¿Es Jerez una ciudad pasiva?
—No. Yo creo que está muy mal organizada socialmente.
—Las comparaciones son injustas, pero García Lázaro ha dejado el listón muy alto. ¿Cuesta asumirlo?
—Cuesta, porque Agustín, por su profesión de orientador, estaba muy acostumbrado a escuchar. Yo lo que hago es transmitir. Tengo que aprender a escuchar y me cuesta hacerlo.
Nos sobrevaloran
Algo parece que no funciona en la sociedad civil cuando la Oficina de la Ciudadanía se ha convertido para los jerezanos en un auténtico referente cuando tiene que resolver sus problemas de convivencia o de relación con la administración. Y eso, para Reinoso, no es del todo bueno. “Tenemos más reconocimiento de lo que en verdad somos. El Defensor de la Ciudadanía es una figura sobrevalorada. Y no porque no valemos, sino porque creen que somos casi dioses, santa Rita, la abogada de los imposibles. Sólo tenemos una misión: cosas que haga mal el Ayuntamiento, díganoslo y a ver si lo podemos arreglar. La iniciativa la tiene que tomar la sociedad civil, porque con la Ley de Grandes Ciudades nosotros sólo seremos una oficina de quejas y sugerencias”, lamenta.
“Nosotros siempre decimos que lo primero que tienen que hacer los jerezanos es acudir a las organizaciones sociales, sindicales y políticas para que hagan que funcionen. Nosotros no podemos ser el partido, el sindicato, el Ampa, la asociación de vecinos, la hermandad... No somos la vanguardia consciente del proletariado. Estamos detrás, que la sociedad funcione, y cuando hay algún fallo, nosotros seremos sus enfermeros para ver qué se puede hacer”, explica, mientras reconoce que se presiona poco a las organizaciones constituidas para que den lo máximo que pueden. De todos modos, su papel como catalizador de problemas sociales y canalizador de soluciones la hacen ya casi imprescindible en la ciudad.
El Perfil
"Aquí no trabajo, aquí charlo. Esto es una bendición de Dios"
Sindicalista histórico en la ciudad (desde CCOO), luchador de movimientos sociales (como Juventud Independiente Cristiana), especialmente el vecinal, y hasta dirigente político (Izquierda Unida) le hacen tener un currículo que lo define básicamente como un amante de la participación democrática, a la que no solo se debe, sino por la que sigue aún trabajando. De ahí que ahora se pueda contar con su experiencia al frente de una oficina que creó voluntariamente el Ayuntamiento y que, con el primer titular, Agustín García Lázaro, y ahora con Francisco Reinoso, se ha convertido en imprescindible. No es un trabajo, es el mayor regalo de su vida. “ Aquí no trabajo, aquí charlo. Esto es una bendición de Dios. Toda mi vida he estado intentando ayudar a los demás y ahora que me den un instrumento para ayudar en lo que se pueda, es ideal”, reconoce mientras advierte que ni siquiera cobra por ello, porque es pensionista tras una enfermedad que le apartó de su trabajo en la banca hace unos diez años.
“Quiero que me hagas una pregunta, ésa que le hicistéis en el Viva Jerez a Agustín García Lázaro: ¿cuándo fue la última vez que lloré?”. “Y ¿cuándo fue?”. “Fue con mi amigo Manolo Blanco, que me hinché a llorar, porque era muy amigo mío. Pero un pucherito sí que he puesto, hace poco por un ataque injusto de un trabajador del Ayuntamiento. Me entró el pucherito y a punto estuve de dejar esto, porque lo consideré excesivo e injusto. Pusieron en duda mi integridad psíquica, intelectual y moral. Pero un pucherito es eso, no es llanto”. Y concluye para que no haya dudas: “Soy un tío como otro cualquiera: me gusta el vino, las mujeres, el cante y de vez en cuando me gusta jugar un cuponcito”.