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La tribuna de Viva Sevilla

Nuestra mística personal

José León Carrión, catedrático de la Universidad de Sevilla, nos habla de la mística personal

Publicado: 21/03/2021 ·
22:12
· Actualizado: 21/03/2021 · 22:12
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  • Un cerebro -
Autor

Viva Sevilla

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Decía Einstein que la más profunda emoción que uno puede experimentar es la sensación de la mística, que es la semilla de la ciencia. Se trata de un sentimiento que está en el centro de la verdadera religión. Prácticamente todos los mamíferos muestran miedo al daño, a la herida y a la muerte. Todos sabemos cuándo estamos en peligro. Que un animal sepa que es mortal requiere que seamos capaces de compartir información y que respondamos ante estímulos o sensaciones como el sexo, el hambre, la empatía, el miedo o el amor.


Al comunicar podemos mostrar a otros que hay cosas que nos molestan, y de ellas la que más nos inquieta es le hecho de saber que somos mortales, pues la situación que más nos asusta y nos paraliza es la muerte. Porque con la muerte todo se acaba para siempre. Parece que sobre el 90 por ciento de las personas cree en una deidad superior y espera que habrá una vida más allá que le permitirá disfrutar de la vida eterna; Creer en ellos es lo que hace que el ser humano tenga conductas tan peculiares y particulares, ya que casi todas las conductas deben ser producidas y controladas por el propio estímulo. Y el premio es la no deseada conducta.  Así pues la gente y los animales tienen que ejecutar una acción y obtener feed back o retroalimentación sobre sus consecuencias antes de si merece o no la pena continuar, pero esto no implica la necesidad de contar con la capacidad de predecir nuestro futuro sobre la base de cómo es y ha sido nuestra conducta. Ello nos lleva a poder modificar nuestras acciones y ofrecer un futuro mejor si nos lo proponemos.


Hemos alterado nuestro medio ambiente y hemos mejorado nuestro bienestar como ningún otro animal en la tierra. Esto es una habilidad única que nos permite y nos hace posible la existencia de algo nuevo y que nunca ha existido. Tenemos dones distintos que nos hacen maravilloso en la expresión artística, en el desarrollo social y en la innovación tecnológica como resultado de la habilidad de cuestionarnos y concebir las cosas más allá de su status quo. Somos capaces de cambiar las cosas y de mirar o buscar posibles nuevas alternativas. Muchas de nuestras conductas están genéticamente programadas, como reírnos o entristecernos, desde que nacemos. Tratamos de imitar la conducta de nuestros padres, nuestros profesores, maestros o de nuestros mejores amigos. Pero muchas de las cosas que hacemos las realizamos sin ser conscientes de ello, porque tenemos programado nuestro cerebro para hacerlo.


Muchas de nuestras conductas, tales como llorar o gritar cuando estamos tristes, las tenemos genéticamente programadas desde pequeños y a partir de la imitación a nuestros padres a través de la memoria procedimental y de la memoria episódica.


Mientras se reza o se medita, cerramos los ojos como si conversáramos con alguien y estuviéramos aislados del exterior. El cerebro funciona automáticamente con nuestra red neuronal por defecto. Y es la red responsable de gran parte de la actividad que desarrolla nuestra mente mientras está en reposo.  Cuando el cerebro no intervine en actividades conscientes, emite señales de sincronización para coordinar nuestra actividad. La actividad entre esas regiones para asegurar que están listas para reaccionar de forma concertada con nuestros estímulos. Cuando se va a iniciar una tarea concreta, se aumenta el consumo energético del cerebro al menos del 5 % de la actividad basal subyacente porque entre el 60 y el 80 % de toda la energía del cerebro se despliega en circuitos que no tienen relación alguna con acontecimientos externos actuales.    


La actividad neuronal por defecto prepara al cerebro para la actividad consciente y podría ser la causa de nuestras equivocaciones cuando pensamos, y de nuestros errores mentales. Pero todo esto viene de fábrica perfilado por la educación y por los estudios que recibimos y procuramos tener a lo largo de nuestra vida. Nuestra mística personal depende de nosotros.

 

 

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