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Cádiz

Una ciudad llamada Esperanza

La programación cofrade presentada por el Año Jubilar resulta limitada; Cádiz aún tiene margen para rectificar

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  • Virgen de la Esperanza. -

Anunciar un Año Jubilar no es un gesto menor. Implica una llamada profunda a la fe, a la comunidad y a la vivencia compartida. En Cádiz, tierra de hondas raíces cristíferas -aunque algunos se empeñen en decir que es mariana-, este Jubileo de la Esperanza debía ser una celebración memorable, centrada en tres hermandades muy concretas, el Nazareno del Amor, Cigarreras y Oración en el Huerto, pero con participación abierta para toda la comunidad cofradiera y religiosa. Prometía convertirse en un gran momento de unidad cofrade y fervor popular. Sin embargo, la realidad ha sido más tibia de lo esperado.

La programación presentada, más que extraordinaria, resulta limitada. Hay actos simbólicamente valiosos -eucaristías, rosarios, besamanos, conferencias-, pero no alcanzan a impregnar de espíritu jubilar a toda la ciudad.

Lo que debería ser una celebración transformadora, que movilizara a las hermandades y a los fieles, se queda en una agenda correcta, pero insuficiente. ¿Dónde ha quedado ese impulso que convierte un Año Jubilar en un verdadero acontecimiento de fe compartida?

Preocupa la escasa implicación del conjunto de las cofradías. Se habla de participación abierta, pero lo que se percibe es una falta de compromiso coral. Un Jubileo no es solo tarea de tres hermandades, como si fuese algo exclusivo. Es, por naturaleza, una convocatoria común. Si se anuncia con solemnidad, debe ejecutarse con igual entrega. No basta con palabras grandes, hace falta grandeza en la acción.

El ejemplo de Roma debería hacernos reflexionar. La reciente ‘Gran Procesión del Jubileo de las Cofradías’ fue anunciada como un evento mundial, pero la ausencia del Papa -quien no cesa de prodigar sus raíces hispanas-, ni siquiera salió a saludar, dejando un profundo vacío simbólico.

¿Qué sentido tiene un evento así si ni siquiera despierta interés en quien más podría inspirarlo? Quizá estamos convirtiendo estos momentos en escaparates con mucha forma y poco fondo.

Cádiz aún tiene margen para rectificar. Agosto y septiembre ofrecen oportunidades reales de revitalizar este Jubileo.

El besamano conjunto por el dogma de la Asunción o las misiones de Cigarreras y del Huerto podrían convertirse en hitos si se cuidan con esmero y, sobre todo, si se busca una implicación real de todas las hermandades y de la ciudad.

La clave está en convocar con tiempo, comunicar con claridad y poner corazón en cada gesto. Porque un Año Jubilar no se mide por la cantidad de actos, sino por su capacidad de provocar conversión, misericordia y unidad.

Y si hay una palabra que resume esa vocación es “Esperanza”. No la Esperanza formal y estética, sino la viva, la que moviliza, la que escucha, la que se entrega sin esperar reconocimiento.

Todavía estamos a tiempo en Cádiz. Y si hay algo que define a los cofrades de verdad es que creemos en la Esperanza... incluso cuando todo parece desmentirla.

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