Es de estas historias curiosas que ocurren en Cádiz y que sabe muy poquita gente. El único capitel fenicio que ha aparecido en la Península Ibérica está en Cádiz y a muy buen recaudo entre las paredes del Museo Provincial, en la plaza Mina. Y lo más llamativo es que apareció en el entorno de La Caleta, o sea que más gaditano no puede ser.
Fue en 1958, cuando Claudio, un vigilante del Museo provincial, decidió irse a pescar a la playa en un día de permiso y de repente se encuentra el capitel. “Como se percató de que se trataba de una cosa antigua, decidió traérsela al museo y se la vendió por 3.000 pesetas de aquellos años”. Estaba en el mar, en la base del Castillo de San Sebastián, en el lado contrario a la playa de La Caleta. Una buena pesca que ha supuesto un importante, a la vez que curioso, hallazgo para los fondos del museo gaditano. Un resto que está fechado entre finales del siglo VIII aC y el siglo VII aC.
Se denomina capitel protoeólico, porque es anterior a lo jónico. Con cuatro hermosas volutas que ejercen su labor decorativa, este tipo de capiteles no servía de soporte arquitectónicamente hablando. “Los templos antiguos se basaban en el templo de Salomón y recrean las dos columnas de dicho templo”, explica José Chilía, community manager del Museo Provincial a Viva Cádiz.
Esto es importante porque en Cádiz había tres templos: dos en la playa de La Caleta: el de Cronos en San Sebastián y el de Astarté Venus Marina y el Heracles-Hércules de Sancti Petri.
Este capitel es el único elemento que se ha encontrado del templo ubicado en el Castillo de San Sebastián, mientras que del Astarté existen muchas hallazgos que se muestran en el Museo de Cádiz. De todas maneras, según los expertos, el yacimiento del Castillo de San sebastián apenas si se ha tocado por parte de los especialistas.
Según el estudio de César Pemán, “este tipo de capiteles coronaban las columnas exentas que flanqueaban la puerta de determinados edificios sagrados, santuarios posiblemente. Este uso sagrado de columnas de carácter decorativo perduró en la época púnica”.
Mientras tanto, desde la Universidad de Sevilla, las investigadoras María Cruz Marín Ceballos y Ana María Jiménez Flores, le otorgan como función la “decoración de la entrada de una pequeña capilla que pudo contener la estatua o símbolo de la dividad, dentro de un recinto más amplio que constituyese el santuario propiamente dicho”.
Se considera de un marcado carácter oriental cercano a los prototipos egipcios en forma de lirio, aunque sus paralelos más cercanos se encuentran en el área de Palestina.