El bicentenario del nacimiento de Darwin ha vuelto a poner sobre la mesa la idea de que el autor de El origen de las especies (1859) arrastró durante su vida las secuelas de esta patología parasitaria –afecciones digestivas y cardíacas– que la picadura de una chinche (la vinchuca) –portador del parásito Trypanosoma Cruzy, causante del Chagas– le transmitió cuando recorría en El Chaco argentino, en 1834.
La picadura y sus síntomas posteriores, que ahora se cree estaban relacionados con el Chagas, quedaron recogidos en el diario de salud que Darwin, un gran hipocondríaco, mantuvo en su viaje a bordo del Beagle, que marcó la vida del naturista y de la ciencia, ya que fue la base de su revolucionaria teoría evolucionista, explica a Efe, Jordi Serrallonga, investigador del Parc Científic de Barcelona.
El Chagas (descrito por primera vez hace un siglo por el doctor Carlos Chagas, que le dio nombre) era originariamente una patología endémica de zonas rurales pobres de Latinoamérica (donde hay 15 millones de personas infectadas y 100 millones más en riesgo de contagio), que se ha ido extendiendo a otros continentes, donde era desconocida, a consecuencia de los flujos migratorios.
La enfermedad se caracteriza por una fase aguda, en la que puede producirse la muerte del infectado, aunque a veces es asintomática.
A ésta, le sigue una segunda fase indeterminada –que puede durar de 10 a 30 años– y una tercera crónica, que afecta entorno al 40% de los infectados y que se manifiesta con dolor digestivo, complicaciones neurológicas y problemas cardíacos que pueden acabar con la vida del paciente u obligarles a llevar marcapasos o a un trasplante, explica Joaquim Gascón, investigador del Cresib y coordinador del consultorio en esta patología del Hospital Clínic.