Perdóneseme el recurso fácil de parafrasear a Benedetti.
Vivimos un tiempo cruel, devastador, inhumano, que no sabemos dónde nos lleva. Hay fuerzas muy poderosas tras la estrategia de acabar con el derecho internacional y el derecho internacional humanitario y arrasar con los derechos humanos. Gente que alimenta el discurso de odio y la mentira como naturalización de la política. Gente que está consiguiendo que prevalezca la razón de la fuerza sobre la fuerza de la razón que no es otra que el acuerdo en la necesidad de constituirnos como sociedades más justas, igualitarias y democráticas.
Sí, hablamos de poderes económicos de capitalismo desaforado, de personajes y partidos de extrema derecha o derecha extrema que da igual, de medios de comunicación a los que difícilmente se les puede llamar prensa, de jueces ultramontanos y de fuerzas policiales infiltradas de mucho franquista renovado (0 no).
Por eso me permito parafrasear a Benedetti, porque la democracia, las libertades, los avances sociales, los derechos humanos hay que defenderlos como una trinchera.
Por eso me permito la libertad que me proporciona amablemente este medio, para declarar que eso pasa hoy por dar respaldo al gobierno de coalición progresista.
Un gobierno que ha sido capaz de plantar cara a Trump, que hace gestos importantes a favor de Palestina, que ha conseguido que la economía sea de las mas resilientes de Europa liderando el crecimiento, que ha implantado la reforma laboral, los ERTES, incrementado un 61% el SMI desde 2018, aprobado la ley de eutanasia, la ley sobre el consentimiento o la ley de derechos trans y LGTBI+, la ley de amnistía... Por no detallar mas medidas tomadas a favor de la gente. Hay que reconocer que esa acción de gobierno está resultando muy complicada por la aritmética parlamentaria, pero que va saliendo adelante.
Frente a ello, tenemos una oposición ultramontana cuya única propuesta política conocida es la de del acoso, la mentira el insulto y el tratar de derribar a este gobierno como sea, con todo su poder mediático y en la justicia, legal o ilegalmente. ¿De verdad alguien conoce alguna propuesta de país, alguna propuesta a favor de la gente?
Hay también algunas izquierdas que prefieren que todo arda antes de apoyar al gobierno, que consideran que cuanto peor, mejor, pues ya ellos liderarán la alternativa. Honestamente me parece una actitud suicida, no solo para ellos sino para el conjunto de la gente trabajadora que dicen defender.
Dar respaldo a la continuidad de este gobierno de coalición progresista, no significa no reconocer y criticar sus a veces graves insuficiencias. Todo lo contrario. El apoyo no puede ser acrítico. Todo lo contrario, el gobierno, o al menos el sector más comprometido del mismo, se fortalece con la crítica y la imprescindible movilización social para corregir derivas políticas que no favorecen ni la igualdad, ni la democracia, ni, claro, a la gente de este país.
La corrupción que lo ha tocado de cerca sobre la que es imprescindible tomar medidas drásticas y valientes, la perpetuación de la Ley Mordaza, la gestión inhumana de la inmigración alineada con las políticas más ultraderechistas europeas, la falta de valentía al actuar sobre el grave problema de la vivienda (probablemente el mas grave de nuestra democracia) y por tanto no actuar con decisión para ir acabando con la indecente desigualdad y la consecuente pobreza en la que se encuentran muchas personas de nuestra sociedad, una postura aún titubeante para tomar medidas contra el Estado de Israel o para desvincularse de la ignominiosa carrera de rearme que se impone alocadamente en Europa
Criticar sin callar nada, sin pelos en la lengua, exigir al gobierno en la calle con decisión… ese es nuestro papel, el de los colectivos y movimientos sociales. Pero también lo es defender a este gobierno de coalición progresista sin vergüenza alguna, sin purezas inoperantes, porque que es el que puede hacer avanzar el programa social que necesitamos. La alternativa que nos amenaza son los recortes sociales, el retroceso de derechos y autoritarismo antidemocrático. El futuro que nos ofrecen es Trump, Putin o Netanyahu. Y por ahí no.
Porque como decía, se trata de defender los derechos, igual que la alegría, como una trinchera.