La emergencia sanitaria por la pandemia del coronavirus ha sumergido también al sector pesquero andaluz en la incertidumbre, debatiéndose entre la caída de la rentabilidad y la dificultad de mantener las normas sanitarias de prevención de contagios dentro de un barco o de una lonja.
El temporal ha obligado este jueves al sector pesquero a quedarse amarrados a puerto, sin que los armadores y los pescadores se hayan enfrentado a la decisión de salir o no a faenar que planea sobre ellos cada día desde que se decretara el estado de alarma y el confinamiento de la población.
Los pescadores forman parte de la cadena de abastecimiento de alimentos.
"La actividad no ha cesado al cien por cien, pero ha bajado mucho, desde Almería a Huelva. No se puede cuantificar aún cuántos barcos han dejado de salir", ha explicado a EFE Pedro Maza, presidente de la Federación Andaluza de Asociaciones Pesqueras (FAAPE).
La decisión de salir o no salir "la tiene que adoptar cada barco, con su gente".
De un lado los barcos difícilmente reúnen las condiciones para que los marineros guarden más de un metro de distancia entre unos y otros y trabajen con las medidas de seguridad necesarias para evitar cualquier contagio.
Cuando consideran que este es un problema salvable pueden optar por salir, pero, al volver, se pueden preguntar si ha merecido la pena o no.
El cierre de los restaurantes, bares y hoteles, en España y fuera, ha hecho que la demanda, especialmente en los pescados y mariscos de más calidad y precio, se haya desplomado.
Es una circunstancia que está afectando especialmente a la flota artesanal de localidades como Conil, Barbate o Tarifa, en el Golfo de Cádiz, según ha explicado a EFE Nicolás Fernández, secretario de la Federación de Cofradías Pescadores de Cádiz (Fecopesca).
"No queremos dejar desabastecido el mercado, pero estamos expuestos a que la faena no tenga rentabilidad", añade, mientras cuenta que mientras en las subastas de las lonjas apenas hay gente, en las pescaderías y mercados "hay vida", pero con unos consumidores que tienden más a productos congelados de supermercados o a especies de menor valor comercial.
Otro debate al que se enfrenta cada barco es si, con la caída de precios, le es rentable consumir la cuota de pescado que tiene adjudicado ahora o si sería más conveniente esperar a pescarla cuando la normalidad vuelva y todos los actores del mercado, incluidos los de la restauración, regresen a las lonjas.
Es una duda que afecta a los barcos que pescan especies como boquerón, sardina, cigalas, pez espada, chirla del Golfo de Cádiz.
Pedro Maza ha trasladado a la administración andaluza y central la situación a la que se enfrenta el sector, que podría obligar a tomar medidas "excepcionales".
De la preocupación e incertidumbre no se libran las cuatro almadrabas de la costa de Cádiz, que ya estaban instalando sus milenarias artes de pesca, una tarea que les ocupa un mes, preparándose para el comienzo de las "levantás" del atún rojo en unos barcos en los que los marineros trabajan codo con codo.
Conil
La emergencia sanitaria sumerge a la pesca en la incertidumbre
Está afectando a la flota artesanal de Conil o Barbate según explica Nicolás Fernández, seecretario de la Federación de Cofradías Pescadores de Cádiz.
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