Llegan meses difíciles para la cuenca del Guadalquivir. La ausencia de lluvias en el sur de la península Ibérica en los tres últimos años ha hecho que se vacíen los embalses, que han seguido alimentando los regadíos.
A pesar de los ábregos que han traído precipitaciones a varias provincias andaluzas como Sevilla, Jaén o Córdoba; los regantes ya saben que no hay más agua disponible para el campo. Lo que queda ya es para garantizar el abastecimiento de pueblos y ciudades durante los próximos dos años y medio.
Pero la gran pregunta es… ¿qué pasa a partir de hoy? Algunos municipios ya han tomado medidas. En localidades como Lucena, en Córdoba, ya se han dejado de baldear las calles y se riega menos los parques y jardines.
La comarca malagueña de la Axarquía ha dejado sus pozos sin agua. De hecho, los alcaldes llevan años pidiendo poder tener suministro procedente del embalse de Iznájar pero no lo consiguen.
Y en el norte de Córdoba, cuyo ganado depende del embalse de Sierra Boyera, poca agua queda para que beban los animales. De ahí que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ya haya autorizado a los ganaderos a buscar pozos.
Además, será inminente que los agricultores andaluces dejen de contar con las compensaciones por el regadío asignado. Pero tampoco tendrán que pagar la cuota correspondiente aun pudiendo acceder a ayudas por la casi segura pérdida de producción. Lo que sí pagará las consecuencias de la falta de lluvias son los cítricos de la Vega del Guadalquivir. Puesto que si se secan habrá que replantarlos y no volverán a producir naranjas para gran parte de España hasta dentro de unos años.
También llegan meses duros para la producción de aceite de oliva, ya que la próxima campaña se prevé mucho menor y en consecuencia, de precios al alza. Por tanto, hacer un uso racional del agua ahora es más importante que nunca.
