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Desde la Bahía

El caluroso y cariñoso mes de julio

Comienza julio, mes caluroso y cariñoso, con su sol de fuego y sus tardes cansinas y ociosas, pero que invitan a meditación y nostalgia

Publicado: 29/06/2025 ·
16:11
· Actualizado: 29/06/2025 · 16:11
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Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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Una buena noticia: “Los Estados, las Instituciones, los Reinos, las Republicas, nacen, llegan a florecer, dan frutos jugosos o secos, intenta formar bosques donde la colectividad ahoga la virtud individual y acaban - esta es la perpetua esperanza - marchitándose y haciendo cierta la frase de “no hay mal que cien años dure, ni gobierno que perdure”. El error es la forma o la norma de actuación que más acompaña al ser humano. Es una deformación subjetiva de la realidad por defecto en la captación de los contenidos de la verdad. La certeza es la excepción a esta regla. Equivocarse o equivocar es hacer que alguien tome, por cierto, aquello que no lo es. Si además se piensa que es lo mejor, es cuando el error muestra su ingenua desnudez o su más despiadada maldad. Cuando las personas aún no habían llegado a las  “cotas”de conocimiento que ahora con tantos medios técnicos poseemos, tenían un lugar especial en su “anima” en el que depositar sus creencias y las enseñanzas que en este sentido había recibido, sin que por ello hubieran reducido a abandonado el enorme espacio que en el intelecto humano la ciencia necesita. Siempre se ha querido avanzar en el saber, de ahí el calificativo de “homo sapiens, sapiens o humanos completamente modernos”.

No es de ahora, esta cualidad de querer ahondar en los terrenos científicos y de la técnica, aunque el ser humano actual se crea que el dominio de las redes sociales lo hace superior a todo lo conocido previamente. Es precisamente esta forma de progreso superficial, el que lleva al error, a la equivocación, a la perdida de la verdad y al olvido o abandono por considerarlo que ha quedado caduco, al “árbol de los valores y la virtud”. Eran siete las virtudes que el “Ripalda” nos inducía a conocer. Los profesores creían en ellas, por eso la enseñaban, es decir no había situación equivoca. Los tiempos han cambiado la fisonomía y morfología de ellas y están en fase de abolición. Las teologales son: Fe, Esperanza y Caridad. La soberbia pseudointelectual actual no acepta el tener que creer en Dios porque es verdad sobrenatural y además la iglesia lo propone, considerándolo virtud de “segunda división” porque lo lógico es someterla al criterio y debate de aquellos que no la aceptan.

La Esperanza ha variado de mano y ahora es en el “poder político” en el que hay que depositar la confianza y creer a ciegas que cumplirá las promesas - que solo los que lo manejan saben - prometidas en los tiempos de campaña electoral. La Caridad es algo muy curioso antes era el socorro material y espiritual que se ofrecía al verdaderamente necesitado y ahora es la dadiva que con el nombre de subvenciones se da a cambio de una papeleta que tenga valor para que la silla del poder no pueda innovarse. En cuanto a las virtudes cardinales, la Prudencia consiste en la actualidad en no molestar a todo aquel que puede sernos muy útil para nuestras finalidades, materiales y de representación sociopolítica, hacer transparentes sus mayores opacidades. Blanquear hasta dejarlas más limpias que una patena, sus posibles culpas, bañándolas en las perfumadas aguas de la amnistía, aunque haya que sacrificar, silenciándolos, los grabados que creíamos inviolables del texto constitucional.

De Fortaleza es mejor no hablar, una vez vilipendiados, himno, bandera e idioma. Templanza, es de lo que más tenemos, sobre todo en el trato con los que tienen su "bunker" fuera del país, pero que se le permite dilucidar sobre quién debe gobernar. Nos queda la Justicia. Siempre creeremos en ella, en el Poder Judicial, los Jueces y Magistrados. Esa virtud es de una “pasta” inalterable e inmoldeable. La sensación actual es de que se ha perdido “norte y guía”. Es posible que aún queden profundas raíces que se opongan a tan desmedido desvarío, pero las emociones y apasionamientos que se dan en las relaciones entre personas, pueblos o naciones siguen recordándonos el concepto que Maquiavelo tenía del ser humano, al que consideraba miserable y la realidad sigue mostrando, quizás ahora más que nunca, que necesitamos "echar mano" de todos los malos medios, con tal de conseguir el fin propuesto. Se corrompe el alma antes que el cuerpo. Seguimos envueltos en contiendas y guerras, "las de la pólvora" y las del lenguaje insultante, engañoso y cruel y se siguen produciendo a diario pérdidas humanas, las de la edad (menores, niños) y las de la idea (personas que no saben por qué están en una trinchera o campo de combate). Miles de hombres y mujeres a diario se ven envueltos y dan su sangre y su vida interviniendo en disputas en las que nada les va. A los ojos de Dios o de los Justos que cada vez son menos, nunca podrán ser bien vistos estos enfrentamientos.

Comienza julio, mes caluroso y cariñoso, con su sol de fuego y sus tardes cansinas y ociosas, pero que invitan a meditación y nostalgia. El ser humano se siente poeta, que no es serlo, pero abre su corazón a esa persuasión inigualable. Así me he sentido cuando escribía estos versos: “Si yo no tuviera amor/no necesitaría a nadie/Si no tuviera ternura/serian las caricias un fraude/Si suprimimos el beso/para que quiero yo el aire/quién le quita al respirar/el contacto y el donaire/Si el mirar de unos ojos/no encuentran en quién fijarse/tampoco querrá la luna/que su luz cope los árboles/Si no existiese la ausencia/que valor tendría el retrato/La memoria y el recuerdo/nos une a los que faltaron/El objeto del amor/siempre ha de ser un humano/Amar a los animales/es un simple sucedáneo/El snob y el progresismo/viven fuera del encanto”.

La felicidad no es en absoluto sinónimo de calma, sino de capacidad para resolver todos los problemas y circunstancias que la vida a diario ofrece y hacerlo con la mirada puesta en el amor y el prójimo, como he querido decirlo también en este corto poema: “Que se presenten problemas/y saber solucionarlos/Que el río empiece en el alto/y su delta esté en el bajo/Que haya desvíos y meandros/en familias y trabajos/Que se luche y se consiga/que nunca nos hunda el fango/Que sigan las aguas el curso/que le hemos programado/y que el amor prevalezca/en todo lo que tocamos/Que la belleza sature/el aire que respiramos/Que el corazón sea romántico/y sienta que es necesario/el amar sin condiciones/como Dios nos ha enseñado”. Feliz comienzo veraniego.

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