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El Loco de la salina

Carlos y su güichi

Carlos le ha dedicado a estos libros incontables horas de su vida. Eso no se hace sin un trabajo serio, ordenado y constante

Publicado: 13/07/2025 ·
14:47
· Actualizado: 13/07/2025 · 14:47
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Todavía no me explico cómo Carlos Rodríguez, muy conocido por el Güichi de Carlos, no está ya ingresado en este manicomio. Ha hecho méritos suficientes para ser uno más de los que se han vuelto locos perdidos por esta Isla de sus amores. Los que estamos aquí encerrados nos tiramos infinitas horas en la biblioteca leyendo la cantidad de libros que Carlos ha compartido y divulgado desde hace mucho tiempo con artículos, fotografías y noticias que permanecían como dormidas en el tiempo. El objetivo que Carlos se marcó desde el principio fue desempolvar nuestro pasado y dárnoslo hecho papilla, objetivo que era clavadito al que soñaba Gustavo Adolfo Bécquer cuando escribía aquellos versos tan bonitos sobre un arpa que dormía en el ángulo oscuro de un salón.

Y mientras esperaba la mano de nieve que supiera arrancarla, Carlos se refugió en un rincón entrañable al que llamó güichi, desde el que pacientemente ha ido moviendo las cuerdas para que salte al aire toda la música que ha estado encerrada en La Isla durante muchísimo tiempo.

La palabra güichi, término genuino de San Fernando, suena a un bar o taberna modestita donde se levanta el codo cada dos por tres y donde dan ganas de cantar con voz aguardientosa. Su origen no se conoce totalmente, aunque parece que viene del inglés wich, que puede significar lugar o sitio. Hay otras teorías, pero no me voy a calentar la cabeza más de lo que ya la tengo. Carlos bien que se la ha calentado, porque nos ha dejado siete libros que no tienen desperdicio. Fue en diciembre de 2012 por primera vez, junto con más de treinta autores lanzaron GÜICHIS, ULTRAMARINOS Y OTRAS HISTORIAS COTIDIANAS DE LA ISLA y AQUELLOS PATIOS DE LA ISLA DE LEÓN, que son recuerdos imborrables de aquella Isla del pasado. Al año siguiente le metió mano a la historia del cine en San Fernando, EL CINEMATÓGRAFO EN LA ISLA, libro que parece gritar que salgan los comboys, que si no, me voy. Después vinieron los DITEROS Y OTRAS HISTORIAS COTIDIANAS DE LA ISLA, retrato de aquellos hombres que iban casa por casa con su bloc dilatando las deudas en el tiempo. El quinto libro FERIA DEL CARMEN Y DE LA SAL. SU HISTORIA (1820 – 2020), de plena actualidad, nos regala una memorable noria de verano que ha ido rodando en el tiempo hasta llegar hoy al Parque. El sexto libro FERIA TAURINA DE NTRA, SRA. DEL CARMEN (1871 – 2023) lo dedicó a la historia de los toros en La Isla, que, gusten los toros o dejen de gustar, la historia no entiende de gustos. Y el séptimo se centró en los MUNICIPALES. GUARDIA URBANA, POLICÍA MUNICIPAL Y LOCAL, toda una panorámica de porra y de vigilancia a pie de calle.

Carlos le ha dedicado a estos libros incontables horas de su vida. Eso no se hace sin un trabajo serio, ordenado y constante. Por eso, los locos admiramos a este hombre, que por encima de sus quehaceres ha puesto la locura del amor que siente por su tierra. La Isla cada vez tiene más hijos predilectos. Carlos no es hijo predilecto según los papeles, sino que es La Isla su hija predilecta, porque siempre la ha llevado por delante en su pensamiento, en sus libros y en su corazón. Los locos queremos agradecerle todo ese trabajo en nombre de las futuras generaciones de cañaíllas, que podrán tener a su disposición la película de cómo se fue construyendo el andamio de su propia ciudad y de sus propias vidas gracias a este loco que se volcó con ella. Gracias, Carlos. Gracias, güichi de Carlos.

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