El tiempo transcurre implacablemente y ya han pasado diez años desde que en 2015 comencé a escribir esta columna. La titulé “Educar para el futuro” dada la perdida de espíritu crítico y de la capacidad de razonar que por entonces ya estaban asediando a nuestra sociedad. Pero lo cierto es que no llegué a imaginar hasta donde aquellas carencias llevarían a los ciudadanos de nuestro país. Siembra vientos y recogerás tempestades.
No se trata de “progres” ni de “fachas”, tampoco se trata de ideas, se trata de preservar nuestro futuro, que es común para toda la ciudadanía
La ausencia de críticas ante el sinsentido, junto a la aceptación de lo irrazonable e incluso de lo palpablemente falso, conducen a la ciudadanía hacia una sociedad aborregada que se deja manipular y que acepta la injusticia sin revelarse. Sin duda este proceso no sucede de la noche a la mañana, requiere tiempo, pero para nuestra desgracia diversas circunstancias han facilitado que aconteciera en poco más de un lustro. La causa principal de la situación a la que hemos llegado es que en nuestro país tenemos muchos políticos desalmados (no solo los que nos gobiernan) que solo miran por sus intereses, por mantenerse en el poder y por enriquecerse, además de que sus nefastas actuaciones se han visto favorecidas por acontecimientos devastadores (como la pandemia y diversas catástrofes naturales). Pero los ciudadanos también somos responsables por haberles votado, por seguir apoyándoles bajo cálculos de bienestar cortoplacista o por su ideología cerril, aunque todos lo sean por su falta de espíritu crítico ante lo que está sucediendo.
La progresiva implantación en nuestra sociedad de un pensamiento revestido de supuesto progresismo favoreció que irrumpiesen en la escena política nuevos partidos apoyados en ideas de aparente corte progresista cuya falsedad se demostró cuando sus integrantes alcanzaron puestos de poder. Pero la consecuencia más nefasta se produjo tras llegar al gobierno un partido político que ya estaba bien consolidado en la arena política de nuestro país, que en un desmedido afán por mantenerse en el poder se olvidó de la ciudadanía y recicló su ideología para adoptar formas de gobierno cada vez más despóticas, que para arremeter contra quien discrepe no duda en valerse de las Instituciones del Estado (como la Fiscalía y la televisión pública) y que cuenta con el apoyo de numerosos medios de comunicación afines. Pero en las últimas semanas se están destapando escándalos de corrupción cada vez más graves, los cuales parecen apuntar a que el país estaría gobernado por una organización de carácter criminal.
No se trata de “progres” ni de “fachas”, tampoco se trata de ideas, se trata de preservar nuestro futuro, que es común para toda la ciudadanía. Debemos erradicar la influencia de quienes de forma espuria anteponen sus intereses personales al bien común. Ellos son enemigos de la sociedad y lograran arruinar nuestro futuro si antes no se les pone freno. Fuerza y salud.
Educar para el futuro
¿Qué más tiene que pasar?
Artículo de opinión del Dr. Antonio Monclova Bohórquez, de El Puerto

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