Carácter y casta. Si semanas atrás se había buscando personalidad entre los racinguistas, hubo a doquier. Colocarse el traje de faena con todas las armas posibles, fueron necesarias para vencer.
Nada sabe mejor que celebrar una victoria cuando ésta ha costado sangre, sudor y lágrimas. El Racing Portuense tuvo que emplearse de lo lindo para doblegar a un combativo Los Barrios, que derrochó sacrificio y pundonor hasta que le pudo las fuerzas.
A partir de entonces, las malas artes, las marrullerías y el antifútbol se impusieron en un encuentro que fue me más a menos y que sobraron demasiados minutos. Muchos, en una tarde donde el intenso frío, caldeó un ambiente que fue subiendo de temperatura según avanzaban los minutos. Más por lo que dejaron entrever, que por el fútbol dispuesto.
En una historia que parece no acabar nunca, Mere tuvo que tirar de manual para ‘improvisar’ otro once de circunstancias. Ausencias que van marcando semana tras semana un plantel, al que va haciendo de tripas corazón ante tanto infortunio. Para variar, ante el San Juan, serán baja Alberto Fernández, éste junto a Rober, el hombre del partido, y Natera, por acumulación de cartulinas.
Los Barrios sorprendió en cada inicio con una presión asfixiante, que maniató la salida del balón. El viento y las escasas llegadas fueron nublando las escasas ocasiones de las que se dispusieron. Éstos quisieron copiar el planteamiento dispuesto por el San Roque semana atrás. La diferencia, la marcó la calidad entre uno y otro equipo.
Bien es cierto que el que la tuvo nada más comenzar fue Galiano, que lanzó un balón perdido dentro del área y, solamente el buen hacer del defensor Ismael, evitó un gol que sacó in extremis en la misma línea de gol.
Gol y poco más
El encuentro tuvo dos jugadas que marcaron el sino del derbi. La primera de ellas la firmó Alberto Fernández, inconmensurable y superactivo los 90 minutos, que atrapó un rechace dentro del área y ajustó su lanzamiento al palo largo lejos del alcance de Goyo. El tanto maquilló un derbi que palidecía. Precisamente, el meta gualdiverde terminó expulsado una vez acabado el choque.
El gol desnivelaba un partido sin dueño. Los Barrios con el balón lo intentaba y achuchaba, y sin él, pocos argumentos encontró para sorprender. La otra jugada que pudo marcar fue el penalti marrado por el recién entrado Juan Masa. Su escasa carrera, telegrafió un lanzamiento que atrapó sin problemas Ismael. Ahí empezó y acabó el resurgir de los barreños.
Eso fue en el 78’. A partir de entonces, el choque decayó y sólo las provocaciones y los gestos despectivos y deshonroso del visitante Ismael, encendieron a una grada que celebró una victoria que supo algo más que tres puntos.