Sin la más mínima autocrítica y sacando pecho de lo bien que ha ido todo. Ocurrió lo mismo cuando se hizo balance de los primeros 100 días de gobierno.
Ahora, seis meses después, con unas elecciones generales en menos de 72 horas y con un fin de año convulso en lo municipal, la historia se repite y, como si de un ‘dejavú’ se tratara, parece que estamos en la misma rueda de prensa.
Ahora sí que ha habido tiempo más que suficiente como para que las valoraciones obtenidas resulten aclaratorias desde su llegada al poder.
Ahora es cuando debería tocar analizar profusamente lo que no se ha hecho, lo que no se ha podido hacer, o lo que no se ha querido llevar a cabo.
El pueblo vota, es cierto, pero no otorga carta blanca ni libertad absoluta a los representantes políticos, máxime cuando son los colectivos más afines los que recriminan al tripartito la ausencia o la lentitud de las medidas a adoptar para casos graves y concretos.
Es ahora cuando a los ciudadanos y ciudadanas les gustaría escuchar de vez en cuando un ‘mea culpa’ entonado desde la sala de prensa del edificio de la Plaza de Isaac Peral.