Desde primeras horas de la mañana, voluntarios civiles con abrigo blanco -a modo de uniforme olímpico- para protegerse del frío y brazalete en rojo con la leyenda "Voluntario de Seguridad" se desplegaron también en las avenidas aledañas, a corta distancia, alertas sobre cualquier movimiento sospechoso.
La desproporcionada concentración de agentes y decenas de vehículos policiales en toda la zona circundante del centro de Pekín puso de manifiesto, según los observadores, la preocupación de las autoridades por cualquier intento de inestabilidad social.
Aunque esta semana Zhao Qizheng, portavoz de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, máximo órgano consultor, calificó las protestas de absurdas, y miembros del Gobierno afirmaron que los chinos no sienten la necesidad de manifestarse pues su nivel de vida mejoró mucho, el despliegue policial de hoy, el segundo tras el del 20 de febrero, parece mostrar inquietud.
Las autoridades chinas parecen considerar que la prensa extranjera tiene su propia agenda contra China, lo que califican de injerencia extranjera.
Según el llamamiento del portal Boxun, con sede en EEUU, en China la gente tiene que soportar elevados precios de los productos, los alimentos y vivienda, y no tiene servicios de sanidad, educación o atención a los ancianos, en peor situación que otros países emergentes como Rusia, Brasil o la India.
Hoy en Wangfujing, además de pedir la identificación a cualquier extranjero con una cámara o en grupo -el viernes el Buró de Seguridad Pública les recordó que deben cumplir las regulaciones chinas- los agentes policiales interpelaban a algunos paseantes chinos incluso, ante su sorpresa, impidiéndoles el acceso.
Esta avenida se trata de una arteria comercial, mitad peatonal, muy frecuentada los domingos por turistas y jóvenes parejas que van de compras y donde se encuentra la Iglesia de San José, construida en el siglo XVII por los jesuitas que, aunque apenas se abre para la misa, su exterior es muy frecuentado para tomarse fotografías.
La entrada al restaurante de comida rápida McDonalds, en el centro de la misma, y donde debían intentar concentrarse los "paseantes" fue restringida policialmente y, según testigos, hasta los barrenderos eran agentes que barrían sin parar para impedir el paso.
Tanto allí como en la calle o desde el interior de las tiendas, agentes policiales provistos de cámaras de vídeo filmaban o fotografiaban a los paseantes.
Sin embargo, según testigos, una periodista que intentaba grabar las escaleras del McDonalds fue sacudida por los agentes que le impidieron efectuar su trabajo.
Tras un par de horas de tensión y sin que se pudiera caminar más de cinco metros sin toparse con agentes uniformados o de paisano, fue cerrado con cintas el acceso a Wangfujing desde la avenida Changang, que conduce a la Plaza de Tiananmen, donde se concentraron las protestas en junio de 1989.
El movimiento organizador convocó a "paseos de la revolución de jazmín" para cada domingo a las 14.00 hora local, pidiendo al Gobierno que acabe con la corrupción y acepte ser "supervisado por el pueblo".
Al mismo tiempo, hoy el primer ministro, Wen Jiabao, prometió adoptar medidas para controlar la inflación y castigar los abusos de poder en conversación en línea con los internautas, para que en el próximo lustro, los ciudadanos tengan una vida cómoda y segura, informó la agencia oficial "Xinhua".
"No hablaré de cómo lograr que las personas alcancen la felicidad, solo de cómo hacer que ellas vivan tranquilas, cómodas y con esperanza en el futuro", dijo Wen.
Además, el primer ministro añadió que para alcanzar un adecuado desarrollo social y progreso, China pondrá especial esfuerzo en sectores claves y aspectos que tengan que ver con el desarrollo nacional y el interés de la masas.
Los organizadores de los "paseos de jazmín" pidieron también concentrarse hoy en Shanghái y otras ciudades chinas como Wuhan o Hangzhou, pero donde el despliegue policial fue también muy fuerte.