“Damos por buenos los datos de doctores del Gobierno presentes en la zona, que denunciaron la muerte de 380 personas. Más de 100 niños están entre los fallecidos”, dijo a Efe por teléfono el portavoz de la ONU en Sri Lanka, Gordon Weiss.
Weiss aseveró que la ONU “no atribuirá” la responsabilidad por la matanza, de la que Gobierno y guerrilla se acusan mutuamente, pero recordó que la organización ya “había avisado de que habría un baño de sangre” porque los civiles están en medio de los combates.
El Ejército de Sri Lanka lanzó hace algunas semanas su ofensiva final contra el último reducto de los Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE), una franja costera del norte en la que se hacinan entre 50.000 y 100.000 civiles, según la ONU, aunque el Gobierno asegura que son entre 15.000 y 20.000.
Un trabajador humanitario en Sri Lanka dijo a Efe que es “imposible” saber lo que está pasando en la zona de combates porque no hay observadores en ella, pero recordó que el único bando “con capacidad militar para bombardear desde el aire es el del Gobierno”.
El pasado 27 de abril, el Gobierno ceilanés ordenó al Ejército limitar sus operaciones, y poner fin al uso de armas pesadas y bombardeos aéreos, a pesar de que con anterioridad había desmentido repetidamente la utilización de ese tipo de armamento.
Pese a la orden, los combates continuaron y se recrudecieron este fin de semana en las áreas de Mullivaaykaal y Vadduvaakal, las últimas bajo control de la guerrilla, cercada por las tropas en un territorio de unos cuatro kilómetros cuadrados.
El jefe de la Organización para la Rehabilitación de los Tamiles (TRO) –también ligada a la guerrilla–, Lawrence Christy, dijo ayer que más de 3.200 civiles han muerto desde el domingo por la tarde y pidió una intervención internacional para detener el “genocidio”.
Un portal afín a la guerrilla, Tamilnet, publicó fotografías supuestamente tomadas este fin de semana con víctimas de bombardeos y edificios ardiendo.
Las acusaciones de la guerrilla han sido desmentidas por el Ministerio ceilanés de Defensa, que afirmó ayer que es el propio LTTE el que está atacando a la población tamil en el área bajo su control para propiciar una intervención internacional.
“Están bombardeando a sus propios civiles con armas pesadas para echar la culpa a las fuerzas de Sri Lanka. En su cálculo, creen que esto llevará a otros países a lanzar una cuerda de salvamento que redima sus almas”, aseveró Defensa en un comunicado.
Los Tigres tamiles “son impotentes para resistirse a las fuerzas de Sri Lanka. Necesitan a sus amigos internacionales y recurrirán a cualquier cosa para atraerlos. Así que de nuevo los civiles son el objetivo”, añadió.
En las últimas semanas ha crecido la preocupación por el estado de los civiles atrapados, quienes, según dijo a Efe la portavoz de Cruz Roja en Sri Lanka, Sarasi Wijeratne, se enfrentan a una escasez aguda de agua, medicinas o personal médico que los atienda.
“Desde febrero pasado hemos llevado a la zona 2.350 toneladas de comida. Esa cantidad es incluso insuficiente para atender las necesidades básicas de la población atrapada”, dijo la fuente.
Según la portavoz, la Cruz Roja ha sacado de la zona desde febrero a 13.769 civiles heridos o enfermos en 31 operaciones de evacuación naval, que en ocasiones se han visto entorpecidas por los constantes combates.
El Gobierno de Sri Lanka ha rechazado hasta ahora todas las peticiones internacionales para detener su ofensiva contra la guerrilla tamil, que lucha desde hace más de 25 años para obtener un Estado independiente en el este y el norte de la isla.
Tanto el LTTE como el Gobierno mantienen una activa propaganda para ganar apoyos en el conflicto, pero la mayoría de las reivindicaciones carecen de comprobación independiente porque está prohibido el acceso a los frentes de batalla.
Human Rights Watch ha pedido ya al Consejo de Seguridad una investigación para averiguar si se están produciendo “crímenes de guerra” en Sri Lanka, extremo sobre el que Weiss rehusó opinar.