La desigualdad económica lleva a las personas a percibir que viven en un contexto competitivo, lo que aumenta la ansiedad por el estatus social y conlleva una menor satisfacción con la vida y un empeoramiento de la salud mental, según un estudio de la Universidad de Granada.
El estudio, liderado por David Melita, investigador del departamento de Psicología Social de la Universidad de Granada, advierte de que las consecuencias de esa ansiedad por el estatus son serias y pueden acarrear frustración, estrés, peor rendimiento escolar o laboral y otro tipo de conductas como el abuso de drogas.
La investigación en este aspecto tan concreto es aún reducida, aunque los estudios indican que quienes se inquietan demasiado por el estatus gastan más dinero en productos exclusivos que no necesitan, se endeudan más y tienen un peor rendimiento académico.
"Además, bajo esta realidad se tienden a tomar decisiones arriesgadas y se prefiere sacrificar los intereses colectivos si esto permite mantener o aumentar el estatus", señala Melita.
El investigador advierte de que esto podría ser muy perjudicial para el funcionamiento de empresas y organizaciones, "pero también podría ser obstáculo para generar cambios sociales que requieran identificarse y solidarizarse con los demás, como las luchas para frenar el cambio climático, reducir la desigualdad económica o acabar con las desigualdades de género".
En cuanto al tipo de personas con mayor tendencia a estos comportamientos, estudios previos han identificado que aquellas que ocupan posiciones más bajas en la pirámide social experimentan más ansiedad por el estatus.
Sin embargo, esta investigación ha encontrado que se trata de un fenómeno transversal: "aunque afecta más a las personas menos privilegiadas, la preocupación por el estatus nos afecta a todas a medida que aumenta la desigualdad económica", explica el autor.
La crisis económica derivada de la pandemia ha golpeado más a quienes menos tenían, lo que ha aumentado la desigualdad, algo que previsiblemente tendrá efectos psicológicos, entre ellos una mayor inquietud por el estatus, según indican los investigadores.
Además, el auge de las redes sociales acelerado por la vida virtual derivada de los confinamientos y la distancia social podría aumentar la visibilidad de la desigualdad en el estilo de vida y en el consumo, y distorsionar la percepción de cuál es el nivel de vida de las personas del entorno.
"Se provoca así una carrera por la historia más 'glamurosa' en la búsqueda de 'likes'", según Melita, que señala que esto genera más ansiedad por reivindicar la posición social.
La investigación pone el foco en las desigualdades económicas como artífices principales de la ansiedad por la situación social.
En el ámbito laboral de empresas competitivas, incentivar la cooperación y reducir las brechas salariales contribuirían a reducir esta situación.
"También podría ser útil promover campañas de comunicación dirigidas a promover valores contrarios al materialismo y la competición por el estatus, como el frugalismo o los movimientos por el decrecimiento", según el investigador, que apunta no obstante a que estos esfuerzos deben ir acompañados de una reducción de la desigualdad económica.
Granada
La desigualdad económica aumenta la ansiedad por mejorar el estatus
Los estudios indican que quienes se inquietan demasiado por el estatus gastan más dinero en productos exclusivos que no necesitan
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