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Hablillas

Almudena

Almudena se nos ha ido envuelta en el silencio discreto que surge una historia pidiendo ser escrita, la que deja atrás el olvido

Publicado: 05/12/2021 ·
23:02
· Actualizado: 05/12/2021 · 23:06
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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Le llegó el momento de emprender el camino solitario donde comienza el recuerdo, el momento que siempre sorprende por lo inesperado, difícil e irremediable. Almudena Grandes se ha ido en silencio, discretamente, con la valentía y la naturalidad de la asunción más dolorosa, el fin de la propia vida.

La muerte siempre hiere y al dolor de la pérdida se une el desamparo, cerrándose con firmeza alrededor como si fuera la piel humana al desgarrarla un cuchillo. Todos la lloramos sin lágrimas, con ese amargor raro y cálido que se acomodó en la boca al coger uno de sus libros nada más conocer la noticia. Y recordamos el beso que le dimos a la contraportada de Los aires difíciles, la caricia a la espalda recorrida por carreteras nacionales y comarcales de ese particular Atlas de la geografía humana y el abrazo hasta estrujar cariñosamente Modelos de mujer, siete relatos protagonizados por ellas, donde Almudena las muestra ante sus circunstancias, cómo las enfrentan y la forma de vencer e incluso ganar a la adversidad. Entre estos relatos quizás el más ocurrente sea Malena, una vida hervida, que se la pasa entre dietas adelgazantes para encontrar un amor, sustituyendo la comida por el embadurnamiento. Muy original el baño de espaguetis, sin embargo, lo más interesante es el distanciamiento de la autora hasta atraparnos con el humor, logrando desvincular la trama de lo exclusivamente femenino, alejándose hasta hacerlo desaparecer. Las mujeres que recrea en estos relatos son vencedoras, capaces de darle la vuelta al destino y vivir intensamente el momento con arresto y coraje desbordantes. Más de un crítico los señala y se habrá sorprendido de este valor que las caracteriza, que les es común a todas y sin embargo las diferencia. A buen seguro tendrá nombre, pero en este momento solo aparecen la destreza, el oficio y las correcciones con cada vuelta al texto, con cada relectura.

Almudena, como su nombre, ha construido para sus lectores una ciudad de mujeres, las suyas que somos todas, con nuestras luces, sombras y reflejos, con calor, frío y miedo, con tristeza, alegría y nostalgia, mujeres que somos ella una vez leemos las primeras líneas en títulos que a pesar de haber sido premiados, desbordan tanta emoción como cuando eran notas en su bloc o imágenes en su cabeza antes de regalárselas a Madrid de una manera sensible y perceptiva como hizo Galdós, pero emotiva y enérgica, normal y constante.

Almudena se nos ha ido envuelta en el silencio discreto que surge una historia pidiendo ser escrita, la que deja atrás el olvido. Nos queda su alma en los renglones, en las páginas de sus libros, los únicos capaces de percibir y eternizar el vuelo de los besos. Descanse en paz.

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