Sorprende, por no decir que irrita y escuece, comprobar cómo una vez más Jaén se deja ningunear y engañar, otra vez. Córdoba ha presentado a la candidatura de Patrimonio Mundial a la ciudad califal de Medina Azahara y la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, ha asegurado en más de una ocasión que su candidatura goza de “muy buena salud”, a pesar de que, tal y como nos han repetido en Jaén desde Icomos y desde todas las administraciones la Unesco no está por la labor de apostar por más patrimonio material, sobre todo en Europa. De hecho, ese fue el principal motivo por el que en su día la Catedral de Jaén optó por concurrir a la declaración como ampliación de Úbeda y Baeza. Comulgados una vez más con piedras de molino, mientras tanto, a dos meses de la primavera nada se sabe del congreso que se anunció sobre la Catedral de Jaén, que ya contaba con financiación. La retirada de la candidatura en su día, como consecuencia de un informe que no era capaz de demostrar ni la continuidad de Vandelvira en el templo tras su muerte (algo obvio a todas luces), ni que sirviera de modelo para otras catedrales en el Nuevo Mundo, ya olía a sepelio. Pero ahora, escuece e irrita lo de Medina Azahara, mientras aquí, como de costumbre, nos quedamos como vaca que mira al tren.
Jaén
¿Y la catedral de Jaén?
Córdoba avanza con la candidatura a Patrimonio Mundial de Medina Azahara y aquí, tras nuestro sepelio, nadie parece querer resucitar al muerto