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Mujeres referentes dentro de un sector masculinizado

El sector de la construcción sigue siendo uno de los últimos con mayoría aplastante de hombres en el que menos del 10% de los trabajadores son mujeres.

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Shaila Tordecilla en el andamio

Zuleika Vargas es una de las mujeres trabajadoras del sector de la construcción, tradicionalmente muy masculinizado.

Con 27 años, Shaila Tordecilla ya es un referente en su campo. Esta joven jerezana lleva ocho años en la construcción, un sector en el que menos del 10% de los trabajadores son mujeres. Por un desamor descubrió su vocación, trabajar como peón de albañil junto a su padre. Jamás ha dudado de su valía para este trabajo, aunque no siempre las cosas le han sido fáciles. “Pasé por un momento complicado en mi vida, y mi padre para sacarme de casa me ofreció echarle una mano y trabajar con él”, y aunque Shaila y su padre son uña y carne, echa de menos tener contacto laboral con alguna mujer. “En todos estos años que llevo no me he encontrado con ninguna”. En un trabajo en el que se presupone de hombres, Shaila ha tenido que hacer frente no sólo a comentarios hostiles o que pusieran en duda sus conocimientos por el hecho de ser mujer, también tuvo que soportar que un hombre se excediera con ella. “Un especialista, treinta años mayor que yo, se propasó conmigo. Me callé en dos ocasiones, pero luego una mañana mientras desayunábamos, estando mi padre presente, el hombre por debajo de la mesa buscó mi rodilla con su mano, mi hermana lo vio y terminó contándoselo a mi padre”.

Shaila hace caso omiso al sambenito de “machorra” que le pueden colgar algunas personas por su trabajo, ella disfruta con lo que hace y quiere seguir apostando por la construcción, por eso sigue formándose. Ahora lo hace con un curso de montaje de instalaciones frigoríficas, donde ha coincidido en clases con Úrsula Reina, otra joven cuya vida laboral ha estado siempre muy vinculada al mundo de la obra. “Desde joven, mi padre que es albañil nos llevaba a mi hermano y a mí al trabajo, y me gustó tanto que me formé como oficial de segunda, pero justo llegó el boom de la crisis del ladrillo, y lo dejé más apartado porque no había trabajo y menos para las mujeres”.  Úrsula se ha dedicado durante muchos años al mantenimiento, aprendió electricidad y es capaz de cambiar hasta un zócalo, porque “para dedicarse a este mundo hay que saber hacer de todo”. Reconoce que no le ha sido fácil,  menos aún para trabajar de lo suyo. “Quizás si no hubiera sido mujer no me habrían pedido tantas referencias o titulaciones para desempeñar mi trabajo”. En común, también tiene con Shaila el no haber coincidido con ninguna mujer a lo largo de su vida laboral, el hacer frente a tópicos machistas y llevar la etiqueta de “machorra”, pero ambas jóvenes defienden que “hay que dedicarse a lo que realmente te gusta, visibilizar que este trabajo puede ser desempeñado perfectamente por mujeres y crear referentes para que las generaciones futuras vean que no es imposible ser mujer y dedicarse a la construcción”.

Ante este panorama, nace Ella Reforma, una asociación coordinada por Vanesa García Torrent, cuyo objetivo es el de cambiar la realidad en el sector de la construcción contribuyendo al avance social. Ayudar a la integración de las mujeres en este ámbito, así como ofrecer formación a aquellas que estén en riesgo de exclusión social, poniéndolas en contacto con empresas del sector para favorecer su contratación. “Me di cuenta de que el sector se estaba recuperando pero que no había mano de obra cualificada, tampoco relevo generacional, teníamos que abrir la mente y proporcionar trabajo a las mujeres que fuera más allá del sector servicio”. Por su formación en igualdad, y por un cúmulo de circunstancias y coincidencias, Vanesa comenzó a gestionar este proyecto. “Las mujeres están igual de capacitadas o más para ser albañilas, encofradoras, electricistas, o lo que sea, tenemos que derribar obstáculos pero también empezando por nosotras mismas y hacer ver esto como algo normal”, insertar y crear referentes. “Sabemos que será un proceso lento, que hay que tener constancia y buscar aliados, pero no vamos a parar”. No buscan un equipo sólo de mujeres, “queremos cuadrillas mixtas, porque entonces no estaríamos hablando de inclusión”. 

Vanesa cuenta también la historia de una mujer que se dedica a la obra civil y que en su camino se ha sentido discriminada. “Ella hizo un curso de soldadura y veía como sus compañeros, todos hombres, encontraban trabajo y a ella no le han llamado ni una sola vez”.

Zuleika es arquitecto técnico, lleva más de veinte años trabajando en la construcción, y se sintió identificada con Vanesa al hablar de las dificultades de dedicarse a este sector siendo madre. A ella, que siempre ha estado a pie de obra, la han tratado con respeto y pone el punto de mesura en cuanto a la gran diferencia de los trabajadores en la construcción respecto a su género, porque “hay que entender el contexto de antaño, en él solo tenían cabida los hombres”. En la mayoría de ámbitos la mujer tiene que demostrar más las cosas, y para todas aquellas que se quieran dedicar a esto, Zuleika tiene un mensaje: “Si se sienten capaces y les gusta, adelante. Que nadie te corte las alas, porque pueden ser lo que quieran ser”.  

El número de mujeres en la construcción disminuyó  a causa de la pandemia

Si antes de la crisis sanitaria las mujeres seguían sin alcanzar el 10% de los trabajadores en la construcción, la pandemia contribuyó  agravando este problema. Según el INE, durante el 2020 el número de mujeres que trabajaban en la construcción fue de 101.881, un 8,2% del total. Casi 12.300 trabajadoras menos que en 2019,  lo que supone un 10,7%. menos. Siendo la media de edad de 45 a 55 años, las mujeres de menos de 25 años solo representan el 2% del total de trabajadoras ocupadas, datos similares a los registrados en 2011 y 2012 tras la crisis del ladrillo.

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