El tiempo en: Valencia
Miércoles 27/11/2024
 

Jerez

Culpa al hospital de la muerte cerebral con que nació su bebé

El abogado del paciente acusa también al centro de ocultar o destruir registros del parto

Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad Ai
  • Inmaculada Villa Ortiz es una madre joven, de tan sólo 22 años. -
  • Nació discapacitado en un 98% y tampoco se le detectó un retraso en su desarrollo
Cuando el 5 de febrero de 2009 Inmaculada Villa Ruiz se puso de parto de su hijo, nada hacía presagiar que el que iba a ser el día más feliz de su vidas se iba a convertir en el comienzo de un calvario que ahora les ha llevado a los tribunales de justicia.

El bebé de esta joven residente en La Línea nació horas después, según el abogado defensor del paciente, José Luis Ortiz, con una “muerte cerebral isquémica del 98 por ciento”, a causa de un episodio de sufrimiento intrauterino que se unió a un grave retraso en el desarrollo que traía el feto.

El bebé requiere, poco más de un año después, de una serie de cuidados intensivos. Viéndose incapaz de poder cargar con un tratamiento altamente complejo, se ha visto en la terrible obligación de internar a su pequeño en un centro de la Unión de Parálisis Cerebral (Upace), subvencionada por la Junta de Andalucía, y especializado en desarrollo de niños con problemas, tanto a tiempo completo como parcial.

Inmaculada Villa puede ver a su hijo dos veces por semana, y está permanentemente informada acerca del tratamiento y de las complicaciones -por desgracia, muy frecuentes- que se producen en su estado.

Según comentó José Luis Ortiz, las personas con esta dolencia “no tienen control de sus necesidades, por lo que tienen que utilizar siempre pañales. Los ojos se le van para arriba de repente, se le ponen en blanco, no pueden ejercer control del paladar, etc”, se lamentó el letrado.

Cadena de negligencias

Para la representación legal de Inmaculada Villa, su caso no es fruto únicamente de la mala suerte. José Luis Ortiz, especialista jurídico en casos de supuestas malas praxis y negligencias con un amplio historial de denuncias en el Campo de Gibraltar, explicó las dos fases del embarazo en las que, para él, hubo negligencias por parte del Hospital de La Línea.

El primero de estos errores médicos se habría producido antes de las 22 semanas de gestación. Ortiz comentó que, “durante el seguimiento, todo está perfecto y no le detectan un crecimiento retardado al niño”, quien, sin embargo, “para la gestación que tenía estaba poco desarrollado”. El abogado continuó afirmando que “a medida que se van haciendo los seguimientos ecográficos el ginecólogo debe medir el perímetro craneal, ancho de espaldas y longitud de la columna vertebral”, comparando, en este caso, con los estándares de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia”.

“En este caso ha habido dos errores. En primer lugar, durante el seguimiento ecográfico no se dieron cuenta del crecimiento retardado del niño, y por lo tanto no informaron a la madre dándole con ello la posibilidad lícita de someterse al llamado aborto eugenésico -la interrupción del embarazo cuando existe sospecha o certeza de una enfermedad grave que produzca malformación o carencia de desarrollo-.

Para esta detección, según indicó el abogado, se hacen tres pruebas: amiocentesis -extraer una pequeña muestra del líquido amniótico para descartar la presencia de defectos congénitos y trastornos genéticos-, determinación del PH fetal y del cariotipo de la madre”. Al no estar informada la madre de las circunstancias en que se encontraba su hijo, el médico considera que “le hurtaron el derecho de información” antes del plazo permitido para abortar.

El segundo problema llegó en el momento del parto. “En el expulsivo”, relató el letrado, “el niño estaba teniendo sufrimiento fetal intrauterino con pérdida de bienestar fetal. En el Hospital de La Línea no lo detectan, y curiosamente en las tiras de monitorización quimotopográficas aportadas para el juicio falta la hora clave”, por lo que sospecha que “no la monitorizaron o no la han dado al juzgado”. Para el abogado, “han hecho desaparecer tiras o registros topocardiográgicos y partogramas, lo que para nosotros es un posible delito de destrucción de pruebas”. Ortiz recuerda que “la historia clínica es propiedad del paciente” y que “hacerla desaparecer es como hacerlo con el DNI o el pasaporte”.

En estos documentos supuestamente desaparecidos aparecen datos como “quiénes son el ginecólogo, los enfermeros, el instrumentista, y hasta cuántas gasas se meten o se sacan, el tipo de anestesia que se emplea y si se utiliza epidural o no”.

Cualesquiera que sean las circunstancias, Inmaculada Villa fue enviada desde La Línea hasta el Hospital de Cádiz, donde nació su hijo unas 15 horas después de ponerse de parto.

“No supe nada hasta el parto”, se lamentó la joven. “Cuando me lo dijeron, al principio ni siquiera podía ver al niño”. Tras dos meses y medio en el hospital con una complicación pulmonar, el bebé fue dado de alta, y entonces sus padres tomaron la decisión más difícil de sus vidas: “Dudamos mucho antes de dar ese paso.

Veíamos que no podíamos con él, pero la familia nos apoya siempre”. Inmaculada Villa y su abogado aseguraron a este diario que si tras el juicio recibiesen alguna indemnización, ésta iría destinada “a Servicios Sociales” para garantizar la atención de su hijo.

“A mi niño le dieron un año de vida y ya lo ha cumplido”
Inmaculada Villa vive cada día pendiente del teléfono para tener noticias de su hijo. Confiesa que tiene que cargar con la incertidumbre de que se produzca un fatal desenlace en cualquier momento. “Al poco de nacer le dieron a mi niño un año de vida y ya lo cumplió el día 5”. La voz se le truncó a continuación cuando relataba que las cuidadoras de su hijo “ya han tenido experiencias con niños con este problema y me dicen que no... vamos, que de un día para otro se puede ir”, confesó.

El abogado José Luis Ortiz se mostró algo más optimista, dentro de la calamidad, manifestando que, “con muy buenos cuidados”, las personas con este problema “pueden llegar a tener una esperanza de vida de 35 a 40 años”.

Esta angustiada madre agradeció la sensibilidad y profesionalidad de las personas que cuidan de su pequeño en el centro especial: “me llaman y me avisan siempre”, concluyó la joven.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN