La fiesta comenzó a las 7.00 horas, con el tradicional chupinazo desde la barriada de La Paz, desde donde el animal corrió acompañado por numerosos ciudadanos a lo largo de la calle La Ermita, mientras lo guiaban tirando de una cuerda los miembros de la Peña del Toro del Aguardiente, para ser finalmente encerrado en la Plaza de Toros, a la que entró por la Puerta de Caballos.
Tras unos minutos en el ruedo, su puesto fue ocupado a continuación por dos vaquillas. En total, el festejo duró poco más de una hora. A los asistentes se les invitó a una copita de aguardiente antes de la suelta del animal.
Actualmente, el Toro del Aguardiente constituye un festejo de gran popularidad y atrae a numerosas personas de otros lugares, tanto en la carrera como los minutos en la Plaza de Toros, donde se completa el espectáculo.
La fiesta, un año más, transcurrió sin incidentes de consideración, más allá de las lógicas magulladuras fruto de un excesivo acercamiento a las bestias y a la lentitud de reflejos que provoca el relativamente alto grado de alcohol en sangre. Eso sí, una corredora permaneció bajo observación sanitaria tras recibir un fuerte golpe del toro justo a la entrada a la Plaza.
La noche anterior fue larga, y tuvo uno de los momentos álgidos a medianoche, cuando se lanzaron los tradicionales fuegos artificiales. Un año más, la Alameda Alfonso XI se llenó la pasada medianoche de público para contemplar los fuegos artificiales de la última noche de la Feria Real 2010. Pequeños y mayores pudieron disfrutar de un espectáculo de luz y sonido que sigue siendo una de las referencias de la fiesta, que vivió un intenso Domingo Rociero que comenzó poco después de mediodía.
Tras el espectáculo pirotécnico, el público asistente bajó de la Alameda en dirección al Recinto Ferial de El Ejido, donde la fiesta continuó hasta entrado el amanecer.
