Felisa y Alexandre, una pareja de jerezanos casados in extremis el pasado sábado en segundas nupcias no recordarán precisamente el día de su enlace como uno de los más felices de su vida, que es lo que suele ocurrir o al menos decirse en estos casos. Como narró ayer la novia a este periódico, el que debía haber sido un día un día mágico se torció hasta el punto de convertirse casi en una pesadilla después de que el concejal que les tendría que casar a las nueve de la noche en la Venta Antonio no se presentara. Sí lo hizo dos horas y media más tarde en su lugar la edil Isabel Armario para intentar remediar el entuerto “aunque no le tocaba casar”, matizaron ayer fuentes del Ayuntamiento.
Pero, vayamos por partes. Como relata Felisa, como cualquier pareja que se casa por lo civil, el último contacto que había tenido con el juzgado había sido el 8 de junio, cuando su expediente quedó sellado tras haber sido también registrado en el Ayuntamiento el 9 de mayo. “Sellé los papeles, pagué mis tasas y me dijeron que ya se me había designado concejal y que ya estaba todo tramitado a la espera del día de la boda”.
Sus peores temores llegaron cuando eran las diez y media de la noche y el concejal seguía sin aparecer. “Cuando llegué a las nueve una compañera me dijo que me esperara en el coche, no querían decirme nada, y en el primer cuarto de hora pensé que al concejal le había pillado un atasco en el centro. Pasó una hora y mi marido empezó a moverse: llamó al juzgado, a la Policía, a la Guardia Civil pero nadie sabía nada”, relató. Mientras tanto, ella seguía en el interior del coche, donde se pasó dos horas metida, quedándose sin aire acondicionado y “llorando como una magdalena”, con la puerta abierta mientras su familia “le abanicaba”, mientras que su ahora marido “lloraba en otra sala”. “Allí lloraron hasta los camareros, con eso te lo digo todo”.
Denunciar al Consistorio
En ese intervalo, hubo familia de fuera de Jerez que “se tuvo que ir” de una celebración que “llevábamos un año preparando”. Al final, una prima suya se ofreció para “hacer un paripé”, “decir cuatro palabras” e intercambiar las alianzas, con la idea de que posteriormente dieran validez al enlace. Y así fue, con la salvedad de que una vez que terminó, apareció la concejal Isabel Armario después de que a través de uno de los invitados se contactase con Alcaldía y la responsable del departamento que realiza los expedientes para las bodas civiles. Una vez allí, Armario les dijo que la boda rezaba como anulada, ante la estupefacción de los asistentes. “Nos casó a las once y media de la noche”, cuenta Felisa.
Desde el Ayuntamiento aseguran que se trata de un “error administrativo” y que por causas que hoy intentarán aclarar el responsable de hacer el expediente puso que esta boda estaba suspendida. No había concejal asignado. Los novios estudian ahora denunciar al Ayuntamiento por daños morales y económicos.