Richard Milhous Nixon, el trigésimo séptimo presidente de Estados Unidos, dimitió hace cuarenta años acorralado por el escándalo Watergate que nubló una gestión, por otra parte, notable en tiempos de tribulaciones.
"Por la presente renuncio al cargo de presidente de EEUU", se indicaba en la nota que a las 11.35 del viernes 9 de agosto de 1974 recibió el secretario de Estado, Henry Kissinger, horas después de que el mismo Nixon anunciara su decisión con un mensaje televisado.
Cuando había cumplido 2.026 días de gestión presidencial y le restaban dos años y medio del mandato para el cual había sido reelegido en noviembre de 1972 con el 56 por ciento de los votos, Nixon tomó un helicóptero en el Jardín Sur de la Casa Blanca y voló al ostracismo.
La opinión pública y el sistema político reaccionaron con alivio y el bochorno del escándalo fue atemperado por la continuidad del proceso constitucional cuando el vicepresidente Gerald Ford juró al mediodía de ese viernes.
En los últimos años de su vida, Nixon reconstituyó parcialmente su imagen como "estadista venerable" especialmente en el área de la política internacional, antes de fallecer en abril de 1994, a los 81 años de edad, cuatro días después de un infarto.
Las semillas de su destrucción política las sembró durante su primer mandato presidencial, cuando a mediados de 1970 aprobó una expansión de las operaciones de espionaje político dentro del país a cargo del Buró Federal de Investigaciones (FBI), la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y otras agencias de lo que ahora se denomina "seguridad nacional".
En septiembre de 1971, una cuadrilla de "fontaneros" -así nombrados porque tenían la tarea subrepticia de tapar las fugas de información del Gobierno- entró ilegalmente en las oficinas del psiquiatra de Daniel Ellsberg, exfuncionario del Pentágono.
Pocos meses antes, el diario The New York Times había empezado la publicación de documentos del Pentágono sobre la guerra de Vietnam, "filtrados" por Ellsberg.
En junio de 1972, en la campaña presidencial en la cual Nixon buscaba la reelección, otros "fontaneros" entraron ilegalmente en las oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata en el edificio de oficinas, apartamentos y hotel de Watergate.
Los intrusos fueron detenidos y lo que esa noche pareció como una mera nota policial se transformaría en uno de los escándalos mayores de la historia de Estados Unidos cuando la pertinaz labor de los periodistas y el instinto político de los demócratas en el Congreso mostraron la vinculación entre los "fontaneros" y la Casa Blanca.
Desde el principio Nixon negó haber tenido conocimiento de esas operaciones, mientras su gestión incluía una visita histórica a China, golpes militares en Uruguay y Chile, la guerra de Yom Kippur, el embargo petrolero árabe y la contienda global con la URSS.
Nixon, que había sido vicepresidente con Dwight Eisenhower entre 1953 y 1961, fue asimismo quien puso en marcha la diplomacia secreta que en 1973 sacaría de Vietnam las tropas de combate de EEUU tras una guerra que desgarró a la sociedad, con más de 58.200 muertos norteamericanos, y erosionó el prestigio mundial de Washington.
Tras una visita a Moscú, durante la cual se reunió con el secretario general del Partido Comunista, Leonid Brezhnev, Nixon negoció y firmó el primer pacto integral de límites a las armas nucleares estratégicas de ambas superpotencias, y un tratado que prohibió el desarrollo de sistemas para interceptar misiles.
En la política interna, Nixon tuvo iniciativas que indigestarían a los republicanos conservadores de 2014: la creación de la Agencia de Protección Ambiental, la Ley de Aire Limpio, la Agencia de Seguridad y Salud Laboral, los esfuerzos para completar la integración racial en la educación y el apoyo a una enmienda constitucional sobre igualdad de derechos de las mujeres.
Todo ello quedó velado por la pertinacia con que la Casa Blanca negó durante dos años las vinculaciones con el espionaje político.
El "Watergate" se transformó, también, en hito en la historia del periodismo: dos reporteros del The Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, recibieron el encargo de cubrir el incidente y sacaron a luz las conexiones entre los intrusos de Watergate, la Casa Blanca y una madeja de actividades clandestinas del Gobierno.
Las investigaciones culminaron cuando el Comité Judicial de la Cámara de Representantes aprobó la acusación contra Nixon y el Supremo ordenó a la Casa Blanca que entregara grabaciones incriminatorias.
Antes de que se pusiera en marcha el proceso formal contra Nixon, éste se convirtió en el primer presidente de EEUU y único hasta ahora que ha dimitido.
Veinticinco funcionarios de su gobierno fueron enjuiciados y varios de ellos cumplieron sentencias, mientras Nixon logró el perdón del presidente Ford, lo que, a su vez, le costó la derrota en las elecciones de 1976.