No se cansa uno de escucharlo si tiene la suerte de poder tener una grabación. Hubo de todo en Guerrero, en el Patio del Turco en la noche del miércoles.
Música flamenca con delicadeza ejecutada, con pellizco en su punto, en armonía con el ambiente. Nunca mejor elegidos los instrumentos para hacer un espectáculo redondo en el que su autor, el que encabeza la lista, ese que casi siempre aparece entre los de atrás humilde y a la vez poderoso, el guerrero, hilvana música, cante y baile durante una hora que no tiene desperdicio ni en los intermedios.
Juan Manuel Fernández llevaba la voz cantante de esa puesta de largo con el violín de Emilio Martín, el contrabajo de Peru Peñafiel y la percusión de Alejandro Danieri. Pero no solos. A ellos se une en un momento del espectáculo ese cantaor de Barbate que está más tiempo en La Isla que en su pueblo y que es un auténtico torrente de voz que sabe amaestrar, no como otros, con parsimonia, con dulzura a veces, pero poderoso siempre. Quedarán para la historia los cantes abandolaos acompañado por el cuarteto.
Y también la figura, los pies y las manos de la bailaora Paula Sierra entre las sombras de un patio que ha sido escenario de varios espectáculos, por lo que el aplauso a los vecinos -y el agradecimiento- por aportar esa joya al festival La Isla Ciudad Flamenca se lo dio el director de todo esto, Javier Chico Fernández antes de empezar.
Si Juan Manuel Fernández tenía ganas de hacer una cosa grande, la ha hecho. Grande e íntima a la vez. Inolvidable.
Pa qué hablar más si todo está dicho y escuchado.