Un alcalde, que a pesar de todo obtuvo tres legislaturas en Sevilla, se ve cómo predominó el espíritu masoquista a veces florecido, ha quedado hasta ahora como el mayor enemigo de los árboles. Y esperemos no pierda el “galardón”; que nadie lo supere porque cometió el mayor arboricidio de toda la historia, en plaza Nueva y Avenida de la Constitución principalmente, pero también permitió el llevado a cabo por la Universidad, en el Parque de El Prado, recuperado gracias a sentencia judicial, aprovechado por la propia Institución educativa para no hacer el edificio modernista de la iraní Zaha Hadid, como si la tumba de unos jardines frondosos pudieran ser el único emplazamiento para esa obra futurista.
Así vienen entendiendo nuestros munícipes la pureza del aire, la sombra, la sujeción del suelo, la compañía de los árboles, dispuestos a acabar con cuantos se les pongan por delante. De esta forma han ido terminando con muchos cientos para derrochar en la instalación de un carísimo y anti rentable tranvía de ninguna parte a ninguna parte, solamente para no reclamar a la Junta de Andalucía la terminación de la red de metro.
Pero el mal se extiende antes que el bien. Y Dos Hermanas está tan cerca… que como bien reza el dicho “Tó se pega menos lo bonito”. Una lástima, con lo bueno y constructivo que sería jubilar al calco de lo malo y aprender de lo bueno, aunque lo bueno sea escaso y se necesite un candil, como nuevos Diógenes. Porque el Ayuntamiento de Dos Hermanas tampoco siente “repelú” ante el bestial arranque de árboles. Con más problema aún, porque en la barriada Vistazul, los árboles que ahora están arrancando y los que puedan quedar vivos, si dejan alguno, fueron sembrados hace años por los vecinos, porque su Consistorio era incapaz de hacerlo.
Ahora, como si no hubiera solución alguna, están cometiendo esta doble falta de respeto al trabajo y a la vida de sus vecinos, los que hicieron el esfuerzo para disfrutar de aquellos árboles. ¿Qué más dá? Deben pensar sus munícipes. Ya los han disfrutado bastante. Falta de respeto al pueblo y desprecio a todas las virtudes, a todo el bien atraído por esos seres vivos que a cambio de todo lo que dan, tan sólo piden un poco de agua de vez en cuando.
