La historia reciente de la Mina de Aznalcóllar (Sevilla), cuya reapertura investiga un juzgado de Sevilla, ha estado marcada por el desastre ecológico del 25 de abril de 1998, cuando la rotura de la balsa de residuos mineros vertió al río Guadiamar seis hectómetros cúbicos de lodos y aguas ácidas.
El impacto contaminante de esta riada tóxica fue considerado cien veces superior al de las 63.000 toneladas de fuel vertidas por el "Prestige", según un estudio del CSIC, y arrasó 4.386 hectáreas en 62 kilómetros de cauce del Guadiamar, principal afluente de Doñana.
Tras este desastre ambiental, la mina se cerró y la Junta de Andalucía inició un arduo litigio judicial contra la multinacional sueca Boliden, propietaria de esta explotación y que se niega a pagar las reclamaciones que le exige la administración andaluza.
El Gobierno central y la Junta de Andalucía iniciaron días después del desastre ecológico las tareas de retirada de los suelos contaminados y un ambicioso proyecto de regeneración de esta cuenca, finalizado lustros después tras un desembolso de más de 300 millones de euros.
Esta descontaminación, que incluyó la expropiación de las parcelas afectadas por el vertido para que no se comercializasen alimentos o ganado criados en ellas, creó un pasillo ecológico en esta cuenca, denominado El Corredor Verde del Guadiamar, recientemente declarado Zona de Especial Conservación (SEC), según los parámetros de la Unión Europea.
A este desembolso de fondos públicos se suman los más de cien millones del programa "Doñana 2005", diseñado por el Gobierno central para restaurar los daños en la red hidrográfica de Doñana y recuperar sus afluentes históricos.
También durante estos años de cierre de la mina, la Junta de Andalucía selló la balsa accidentada, que cubrió con una enorme plataforma de placas solares, y construyó un polígono para actividades de reciclado en el que se han empleado vecinos de Aznalcóllar.
Grupos ecologistas y científicos que han trabajaron en la restauración de este desastre ecológico se han opuesto reiteradamente a la reapertura de esta histórica mina, explotada desde épocas romanas como otros yacimientos de la faja pirítica de Sierra Morena porque, al estar ubicada escasos kilómetros aguas arriba de Doñana, siempre supondrá una amenaza ambiental para este valioso ecosistema, declarado Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad.