Al filo de la primera hora de la tarde del pasado martes fallecía el escritor y periodista Nicolás Salas, algo de lo que puntualmente informamos en este periódico. Mis primeras palabras sean de bálsamo para sus familiares, muy especialmente a sus hijos Paco y Miguel Ángel, con los que guardo estrecha amistad, y Nico, compañero en esta página cada jueves.
Como corresponde, estuve en el Tanatorio aquella misma noche, compartiendo el dolor de la familia. Y mi asombro no pudo ser mayor cuando uno de sus hijos me comentó algo que desconocía y que a pesar del absurdo hizo que me subiera una oleada de indignación que, aún hoy, no ha dejado de acompañarme. Y no fue otra cosa que saber que las víctimas y asociaciones de Memoria Histórica de Sevilla están recogiendo firmas para pedir al Ayuntamiento de Sevilla que retire de forma inmediata el nombre de la calle que lleva el nombre de “Periodista Nicolás Salas” por apología del fascismo.
Realmente, cada día creo que hay más personas desocupadas y que no saben bien en qué emplear su tiempo. Aburridos, por resumirlo en un solo término.
Opino de los asuntos relacionados con la tan traída y llevada “memoria histórica” que no son otros que venganzas desfasadas en el tiempo. Siempre he pensado que hay que mirar hacia el frente y considerar los hechos del pasado como los que no debemos repetir -si son perjudiciales- o debemos imitar -si son buenos-. Pero andar hoy removiendo los recuerdos de las guerras entre patriotas, entre hermanos, entre amigos no conduce a nada bueno. Si acaso lo que se provoca es un sentimiento de reavivar el odio que los españoles nos tuvimos en un tiempo lejano.
Nicolás Salas ha sido periodista y escritor, así lo han tildado estos días en los medios de comunicación no sin falta de razones. Pero yo prefiero llamarle cronista. Sí, porque gran parte de su obra la dedicó a contarnos a muchos lo que era Sevilla en diferentes épocas que no vivimos, entre otras la de la guerra civil del 36 o la postguerra. Sí, a contarnos esas cosas que son historia. He sido un devorador de muchos de sus libros, en los que he buscado la cronología de los hechos y los protagonistas, nada más. Y nada más he encontrado porque nada más había. Quizás sea que a los que pretenden la retirada de su nombre del nomenclátor de la ciudad les hagan falta muchas más horas de lectura y estudio.
Por ello les recomendaría que no perdieran su tiempo con estas cosas y abran los libros. Lean y estudien. Y en los de Nicolás Salas les aseguro que encontrarán aquello que no buscan. Dejen a los muertos donde están y miren al futuro con esperanza.
Descanse en paz, caballero.