El viernes 18 de julio de 1969, Edward - Ted- Kennedy era senador por Massachusetts y una de las grandes esperanzas del Partido Demócrata para las elecciones del 72, tras los asesinatos de sus hermanos, el presidente John en 1963 y el más reciente de Robert el verano anterior. Dicho día, seis mujeres y seis hombres, compartían una comida, regada con abundante alcohol, en la casa privada del anfitrión, nuestro protagonista, de la isla de Chappaquiddick, título original de esta película.
Entre ellas -llamadas “las chicas de cuarto de calderas” en alusión a su trabajo en la campaña de Bobby, aún impactadas por el crimen y replanteándose su futuro -, a quienes se agasajaba por su labor, estaba una brillante joven de 28 años, con una impecable formación académica y profesional, comprometida con los derechos civiles, a quien el político quería convencer para que se uniera a su equipo, Mary Jo Kopechne.
Así que la invitó a subir a su coche para hablarle a solas del tema y acompañarla a su hotel. Pero la bebida le jugó una mala pasada y derrapó en un puente, cayendo al agua. Él logró salir del coche, ella no. Él no intentó ayudarla, ni llamó a la policía o a los bomberos mientras ella luchaba desesperadamente por su vida en el interior del automóvil. Al parecer, tardó tres o cuatro horas en morir. De haber avisado, podría haberse salvado, pues tardó unas diez horas en reportar el accidente… Eso, aunque su pena de cárcel fuera ridícula, le costó su carrera hacia la presidencia. Fuentes de Wikipedia, Infobae y Vanity Fair.
‘El escándalo Ted Kennedy’ -producción norteamericana, fechada en 2017, de 107 minutos de metraje, dirigida por John Curran (‘El velo pintado’, 2006) cosecha del 60, escrita por Taylor Allen y Andrew Logan, muy bien fotografiada, con la pátina de su tiempo por una mujer, Maryse Alberti y con una sensible banda sonora de Adam Wiltzie- da cuenta de todo ello, del Día D y de la intensa semana que siguió a esta tragedia con el equipo que rodeaba al político intentando, a la desesperada, salvar su carrera mientras esperaban distraer a la opinión pública con el primer hombre en pisar la luna, Neil Armstrong, el 21 de julio de ese año. Entonces, la carrera espacial estaba en primer plano de la agenda política.
Drama en clave de thriller político, es una película honesta y nada complaciente desde el punto de vista ético con un personaje del que saca a relucir todas sus miserias. No es mítica, ni hagiográfica, sino todo lo contrario. Tiene el acierto añadido de eludir la supuesta relación existente entre la víctima -tratada con toda dignidad, las escenas de su pathos luchando por su vida son demoledoras- y Kennedy, que se aireó entonces. Muestra también, críticamente, todas las complicidades, apaños e influencias de una plana mayor que, con la excepción de una persona, solo estaba interesada en salvar al futuro candidato, a toda costa, ante un país que estuvo dispuesto a comulgar con ruedas de molino. Y que la justicia no es igual para tod@s…
Pero, aunque se deja ver bien, quien esto firma hubiera agradecido más intensidad y potencia en la puesta en escena y en el tratamiento de lo narrado. Una mayor implicación de Curran con su material narrativo, aunque su objetividad no sea nada imparcial como hemos resaltado anteriormente. El reparto da la talla, si bien podría haberse incidido más en las diferentes personalidades de esos hombres, destacando a Jason Clarke como el senador, Ed Helms como su primo y a un espléndido Bruce Dern como el implacable patriarca.
En cualquier caso, debe ser vista.